TOMEO, UN MONSTRUO LITERARIO
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El pasado 22 de junio nos dejó entre bastidores, casi de modo absurdo el escritor aragonés Javier Tomeo. Había nacido en el pequeño pueblo de Quicena, donde fue enterrado y despedido por sus familiares y amigos. Y había vivido desde muy joven en Barcelona. Su vocación literaria fue tardía. Mientras tanto escribía novelas de quiosco para Bruguera y traducía libros sin firmar. Todo esto lo compaginaba con sus estudios de Derecho y Criminología y sus trabajos en la editorial Marte y en la multinacional Olivetti. Con la publicación en Anagrama de su novela El castillo de la carta cifrada (1979) y Amado Monstruo (1985), llevada al teatro poco después, inició una trayectoria ambiciosa y apostó por una narrativa innovadora, surrealista y algo grotesca.
Como homenaje personal a un escritor atípico y acaso minoritario, acabo de leerme El crimen del cine Oriente (1995), basada en la famosa serie de televisión La huella del crimen y en un hecho real acaecido en Valencia en los años de posguerra. Se advierte en ella su peculiar estilo personal, su dominio del diálogo, del monólogo y de la reflexión íntima. Ahora estoy inmerso en el volumen de micro-relatos Historias mínimas (1988), a caballo entre el relato y el arte dramático. Porque las novelas de Tomeo tienen una peculiar fuerza escenográfica y lindan en ocasiones con el teatro.
El sábado pasado, de camino hacia el Pirineo, me acerqué al cementerio de Quicena y rendí un homenaje silencioso a este personaje solitario, afable y escéptico. Sólo pude hablar con él - más bien escucharle - en una ocasión. Afortunadamente, nos quedan sus obras. Guardo un especial recuerdo de una novela breve e intensa, La ciudad de las palomas. Un relato kafkiano y buñuelesco que me llenó de inquietud. Volveré a ella un día de estos. E intentaré descifrar el misterio de una vida discreta, con pocos homenajes y sin reconocimientos oficiales. Quizás después de su muerte surjan iniciativas para ponerle en el lugar que le corresponde dentro de las letras aragonesas, españolas y europeas. Es un monstruo literario y se lo merece.
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