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josemarco

INCIPIENTE OTOÑO

INCIPIENTE OTOÑO

    El inicio del otoño, que se estrenó ayer con el equinoccio de septiembre, no suele coincidir con el otoño climatológico. Sin embargo, hay indicios claros de su inmediata llegada. Estos síntomas se advierten más en los núcleos rurales que en las grandes ciudades. Por la mañana suele caer una ligera rosada en los pueblos de la sierra, comienzan a humear las chimeneas y, sobre todo, el día va perdiendo enteros en favor de la noche, cada vez más larga. Además, las temperaturas nocturnas invitan a abrigarse y, con frecuencia, a caldear las casas al atardecer.

    Personalmente no me suele gustar el otoño: esa estación de ocres y amarillos, de hojas caídas, de ramas desnudas y de atardeceres agrisados. Sin embargo, hay un aspecto de esta estación que contrasta con la tristeza y la melancolía. Es el primer otoño, el que abarca septiembre y octubre, el que prolonga todavía los ecos del verano, el que nos regala con sus frutos - uvas, ciruelas, manzanas, peras, nueces, membrillos - y el que nos contagia un clima de dulzura y serenidad. Ese es el otoño que deseo y con el que más disfruto. En cambio, cuando llega noviembre, el gris se apodera del paisaje, el amarillo se va desvaneciendo y los días se engalanan de un tono cárdeno y anostalgiado.

    Para decir adiós a este tórrido verano y dar la bienvenida a estos tres meses otoñales, comparto con vosotros una fotografía del blog de mi amigo y paisano Luis Antonio Pérez (lperezcerra.blogspot.com). En ella podemos observar el otoño en Aliaga, a orillas del Guadalope, con todo su esplendor.

1 comentario

Luis Antonio -

La primera mitad del otoño me gusta aunque me llene de cierta melancolía. En Aliaga he saboreado algunos otoños de ensueño...
compartir una fotografía contigo es un privilegio, José María

Un abrazo