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josemarco

OLEADAS ESTIVALES

OLEADAS ESTIVALES

      Después de unos días alejado del ordenador, vuelvo a teclear desde mi pueblo, desde Aliaga. Un lugar idílico que este verano tampoco se ha librado de las sucesivas olas de calor que azotan nuestra península. Por eso hay que aprovechar las primeras horas del día y las horas del crepúsculo vespertino para pasear, ir en bicicleta o practicar nuestro deporte favorito. Esta tarde de mediados del mes de julio el cielo se ha tornado gris y, a lo lejos retumban los truenos. Es un amago de tormenta que quizás llegue hasta este valle verdeante.

     A todos nos sorprenden estos días calurosos tan prolongados y nos preguntamos si será definitivamente una consecuencia de esta cambio climático que hace años merodea por el sur de Europa. Porque no es normal que dentro de una habitación se mantengan los treinta grados y haya que descender a la parte más baja de las casas para disfrutar de una temperatura agradable para estas fechas. Por eso buscamos las orillas del río, la sombra perpetua de los chopos cabeceros y el frescor de la vega. Por eso buscamos un alivio natural, lejos de los aires acondicionados y del frío artificial. Y esperamos una nueva tormenta, al menos para refrescar el ambiente y humedecer el paisaje.

    Es verdad que, en comparación con otras zonas de España, seguimos siendo un lugar privilegiado para los meses más calurosos del año. Es verdad que siempre encontramos un rincón para refrescarnos, para dejarnos acariciar por la brisa, para contemplar un horizonte distinto cada día. Porque el verano es tan fugaz que, a pesar de estas inusuales temperaturas, intentamos apurar hasta el último sorbo de solaz, de reposo, de reflexión, de tertulia, de reencuentro. Todavía nos queda un mes y medio por delante. Y en estas páginas reflejaremos vivencias, aventuras y nuevas experiencias cotidianas. 

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