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josemarco

FELICITACIONES

FELICITACIONES

Cuando se acercan estas fechas de Navidad, las personas y las entidades tenemos la costumbre de desearnos paz y felicidad y de brindar por tiempos mejores, si es posible. Antes, las felicitaciones de Navidad formaban parte de un ritual que se solía llenar de contenido y no se limitaba últimamente a una mera formalidad. Te hacía ilusión recibir la felicitación de tus tíos de Barcelona o de tu cuñado de Alcañiz. Quizás era la única vez al año que intercambiábamos unas palabras escritas, pero ese pequeño detalle constituía un tenue cordón umbilical que mantenía la relación más o menos estrecha con esos familiares y amigos. Ahora, en cambio, me llegan pocas felicitaciones por correo ordinario; y las que recibo son, en su mayoría, frías y estereotipadas postales navideñas de empresas. De todos modos, lo único gratificante es la propia postal en sí, en algunos casos original y creativa, como la que recibí ayer del Instituto "Ítaca" de Enseñanza Secundaria. Las demás me llegan vía internet por correo electrónico y, a veces, las imprimo. Pero casi siempre se quedan ahí en la frialdad de la pantalla del ordenador y en el archivo de elementos recibidos.

Mi hijo Javier tiene la costumbre de felicitar a sus compañeros/as de clase con su puño y letra en una pequeña postal navideña. Escribe unas veinte y recibe otras tantas. De momento mantiene la ilusión, aunque se las entregan en mano y eso rompe el hechizo de encontrarlas en tu buzón y abrirlas con una expectativa nueva a media mañana.

De todos modos, el teléfono ha sustiuido en gran parte a la palabra escrita y ese breve deseo oral se lo lleva el viento. Un día de estos recopilaré todas las postales que he recibido y me recrearé con cierta nostalgia en la palabra escrita y casi siempre sincera.

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