UN POETA COMPROMETIDO
Si la creación poética ha sido siempre un oficio de minorías, la poesía comprometida lo sigue siendo todavía más. Sin embargo, de vez en cuando, aparecen en el panorama cultural y literario creadores comprometidos con su entorno. Uno de ellos es el aragonés Ángel Guinda (Zaragoza, 1948), quien no sólo ha apostado desde el principio por una "poesía útil". El profesor, crítico, y poeta aragonés se sitúa en la línea de los poetas sociales de los años cincuenta, especialmente en la pauta marcada por Blas de Otero y Gabriel Celaya.
Ángel Guinda entiende la poesía como lucha, como compromiso, como "arma del presente y del futuro". Por eso su huelga de hambre durante una semana en la Casa del Poeta de Trasmoz es mucho más que un gesto solidario. Es un grito por la paz, un clamor por la sensatez y una justa reivindicación de los valores humanos más elementales.
Quiero plasmar en esta página uno de los poemas de Ángel Guinda que refleja mejor esta actitud de búsqueda, de solidaridad, de lucha y de compromiso real:
NO
Soy un claro interior, el porvenir
de una puerta que siempre está atrancada.
La trampa de vivir y ver morir.
Contra la destrucción de la conciencia
bramo, reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un zarpazo roto de paciencia.
Una luz que, arañando los escombros,
borra la niebla y sigue hacia adelante.
Un hombre con la sombra hasta los hombros.
Como hambre y bebo sed con todos
los condenados a escarbar la nada.
Esto no es un poema, es un desplante.
Profundamente grito un no rotundo.
Yo no quiero vivir en este mundo.
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