ALCAÑIZ MONUMENTAL
Regreso de nuevo a Alcañiz. Esta ciudad bajoaragonesa me trae recuerdos agridulces. Pero prefiero pasar página y, aprovechando el rápido desplazamiento en autobús para presenciar el enfrentamiento entre el equipo local de alevines y la Unión Deportiva San José, me acerco a la Plaza de España, que contiene uno de los mejores conjuntos monumentales de la arquitectura civil española bajomedieval y renacentista. Mi guía artístico siempre ha sido el escritor menorquín José María Quadrado, quien en su volumen “Aragón” de Recuerdos y Bellezas de España describe con admiración la Lonja alcañizana, importante monumento del siglo XV, y el edificio renacentista del Ayuntamiento, con una pintoresca fachada principal, que contrasta y complementa en ángulo recto el edificio anterior. No abandono este recinto monumental sin contemplar lo único valioso, en mi opinión, de la Colegiata de Santa María: la esbelta torre gótica, adosada al brazo izquierdo del crucero actual. El resto de la basílica me parece excesivamente frío y barroquizante. Quadrado casi lo ignoró en su viaje con Parcerisa en diciembre de 1844. Pero se lamentó de la desaparición de la iglesia de Santiago y del estado ruinoso de la de San Pedro.Es una parte del Alcañiz monumental. Quizás la mejor.
Aunque no hay que olvidar el Castillo de los Calatravos, transformado actualmente en parador nacional. Contemplo la iglesia de los Escolapios, con su humilde torre de estilo mudéjar y regreso por la calle Mayor hacia el Alcañiz más moderno, menos castizo, menos turístico. Prefiero quedarme con el sabor medieval y con la pujanza renacentista de esta ciudad hacia la que siento una secreta atracción y, paradójicamente, un instintivo rechazo.
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