FIN DE SEMANA PRENAVIDEÑO
El fin de semana anterior a Navidad se desliza entre la niebla y el cierzo. El domingo se esfuma con rapidez. Muchos comercios están abiertos para facilitar las compras navideñas. Lo importante es que la gente compre, que consuma, que apure hasta el final la tarjeta de crédito. Ya llegarán las rebajas de enero, y los apuros para llegar a final de mes. ¿Qué ocurriría si los establecimientos comerciales abrieran sin interrupción? ¿Seguiría comprando la gente de madrugada?
Los menos consumistas se dedican a visitar museos – hay una exposición sobre el agua en Aragón en La Lonja y otra sobre las obras del Goya más joven en el teatro de Zaragoza – o a visitar el belén instalado en la plaza del Pilar. Cada vez es más grande. Parece un pequeño pueblo. Sólo le falta que los personajes sean reales – aunque se hielen de frío – y que los animales y las plantas produzcan y den fruto. Llegará un día en que el belén ocupe toda la plaza y tengamos que observarlo desde arriba, panorámicamente.
La tarde del domingo es breve, difusa, efímera. Se nota que estamos llegando al solsticio de invierno. Las tardes parecen noches y las noches se prolongan indefinidamente. En muchos bares contemplan rutinariamente la televisión. Maratón de partidos. Resultados caprichosos. Doses en la quiniela. Millonarios para el lunes, que espera agazapado en un rincón secreto.
Mientras tanto, la semana que se avecina será una semana de esperas. Espera de la Navidad. Espera de la lotería. Espera de algún viaje lejano. La vida es una espera. Así se solucionan los fracasos del pasado y los quebraderos de cabeza del presente. La espera como evasión, mientras el tiempo se nos escapa de las manos sin remedio. Como estas tardes invernales, mutiladas antes de comenzar.
2 comentarios
Magda -
Que pases bonitas fiestas decembrinas en compañía de tus seres queridos. Que 2007 sea un año de salud, amor y realizaciones.
Un abrazo
ana a. -