POR UNA CULTURA DE PAZ
Veinte años después, las calles más céntricas de Zaragoza han visto desfilar en la mañana dominical a miles de manifestantes con un solo objetivo, con una sola voz: la oposición frontal contra la más que posible instalación de una base de la OTAN en Zaragoza.
Después del desmantelamiento de la Base Americana, los aragoneses pensábamos que ya estaba casi resuelto el problema de la militarización del aeropuerto aragonés. Pero, al parecer, no es así. Los políticos tendrán la última palabra, pero es importante que cuenten con la voz del ciudadano de a pie que previsiblemente va a sufrir directamente las consecuencias: ruidos, movimiento de tropas y punto de referencia en el caso de conflictos internacionales.
Creo que la mayoría de los manifestantes no buscaban la politización sino un único objetivo: la paz. Y eso son, al parecer, palabras mayores. Desde octubre de 1982, con la entrada de España en la OTAN, los compromisos internacionales adquiridos son imprevisibles. Y la gente no está por la labor. ¿Qué decidirán nuestros políticos? ¿Cómo nos venderán esta nueva instalación paramilitar? Es verdad que puede reportar beneficios económicos para la ciudad. Pero, de vez en cuando, hay que supeditar lo económico a otros valores y a una calidad de vida cada vez más difícil de alcanzar. La paz, ante todo. Por encima de las ideologías y de otros criterios. Una cultura de paz para las generaciones más jóvenes. Y para las próximas generaciones.
1 comentario
Magda -
Ojalá que se impida.