Blogia
josemarco

ORO BLANCO

ORO BLANCO

     Si el agua es cada vez un bien más escaso, podemos decir lo mismo de la nieve. Ahora es noticia que nieve quince o veinte centímetros en el Pirineo o en la Ibérica turolense. Y se disparan todas las alarmas. Pero la realidad nos demuestra que no es para tanto. Ni mucho menos.

    En los años cincuenta y sesenta, en la provincia de Teruel, nevaba con mucha frecuencia desde el inicio del invierno y, antes de salir de casa por la mañana, teníamos que abrirnos camino con una pala para ir a la escuela. Alguna vez la nieve permanecía más de un mes en los caminos y en las carreteras y, por tanto, quedaba suspendido el viaje en correo a la capital. Como este era el único medio de comunicación desde los pueblos de la sierra hasta Teruel, estos núcleos rurales quedaban prácticamente aislados durante muchos días del invierno.

     Ahora todo ha cambiado tanto que, si le contamos esto a nuestros hijos o nietos, se muestran incrédulos y se frotan los ojos. Sólo recuerdan alguna pequeña nevada y, aquí en Zaragoza, la última nevada seria cayó el 22 de febrero de 2005, el mismo día de la lectura y defensa de mi Tesis Doctoral. ¡Qué casualidad! ¿A qué se debe todo esto? ¿Al cambio climático? ¿Al calentamiento global? ¿A ciclos meterorológicos? Tal vez sea de todo un poco. Pero la cruda realidad es que la nieve en el Pirineo está bajo mínimos, que no nieva como antes y que los ríos bajan cada vez más mermados.

    La nieve se está convirtiendo en el oro blanco. Y si no que se lo pregunten a los directores de las estaciones de esquí. Todavía quedan dos meses de invierno. Aunque las predicciones no son muy optimistas, habrá que confiar en el mes de febrero, siempre loco y desapacible.

0 comentarios