TRENES VACÍOS
Nunca me han gustado los trenes atestados, cual metros cotidianos por debajo de la ciudad. Pero tampoco me han atraído los trenes vacíos, sin viajeros, cual casas deshabitadas o aldeas solitarias.
Por eso, cuando ayer tarde me decidí a tomar el tren de cercanías desde la estación de Miraflores, en el barrio de San José, hasta el barrio zaragozano de Casetas, me sorprendió comprobar lo que ya me habían contado: que la ocupación es mínima, casi a cualquier hora del día. Me pregunto cuál puede ser la causa de este desinterés de los zaragozanos por esta nueva línea. Tal vez sea la falta de información, o la poca frecuencia de los trenes, o incluso la preferencia de los ciudadanos por otros medios más cómodos o rápidos.
De todos modos, es una pena que un medio de comunicación tan tradicional y eficaz no acabe de atraer a los zaragozanos. A mí me convenció ese viaje de ida y vuelta, asequible al bolsillo, rápido y cómodo. No sé lo que opinarán otros viajeros. Quizás no sea lo mismo tomarlo cada día para ir a trabajar que subir sólo por ocio o por curiosidad. La novedad influye en estos viajes. Y la intención con que los realizas también.
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