SIEMPRE QUEDARÁ LA LECTURA (I)
En el Instituto Ramón y Cajal de Zaragoza hemos vivido hoy una jornada completa. Quizás la más completa de toda la Semana Cultural. Hoy nos han visitado dos escritores aragoneses, dentro del programa "Invitación a la lectura": el oscense Ramón Acín y el belchitano Félix Teira, ambos docentes y excelentes creadores.
Ramón ha comenzado el día con los más pequeños del Centro - los alumnos de Primero y Segundo de ESO -. Habían trabajado en clase el cuento Terror en la Cartuja y han disfrutado de un coloquio con el autor muy ilustrativo y esclarecedor. Pero el plato fuerte de la mañana vendría después. El autor de Piedrafita de Jaca ha hablado con sinceridad y con un deje emotivo de su novela Siempre quedará París. Ha respondido a todas las cuestiones de los alumnos de Bachillerato y ha insistido en la importancia de la lectura, en el valor de la cultura y de la tolerancia. Acín nos ha explicado cómo y por qué escribió esta obra que supuso ocho años de investigación. Ha profundizado además en las raíces de los enfrentamientos civiles y en los peligros de los radicalismos ideológicos. De esta obra quiero citar uno de sus párrafos iniciales, elegido por el autor como metáfora de la violencia y de la crueldad humana. Una escena similar plasmó Camilo José Cela en La familia de Pascual Duarte:
"La tarde anterior, el tratante de ganado se había llevado los dos caballos y él mismo le había descerrajado con la escopeta de caza un par de tiros a Canelo, junto al barranco. Le apuntó a la cabeza, aguantando su mirada. Le pareció que el perro intuía su muerte y, por tanto, que le imploraba clemencia. No podía ser. Prefirió cargar con el reconcomio de esa aniquilación antes que abandonarlo a su suerte. Canelo estaba demasiado hecho a la familia para que, tras el abandono, pudiera asilvestrarse y sobrevivir. A continuación lo había enterrado, bajo el roble. Como uno más de la familia".
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