SEMANA DE DESENCUENTROS

La semana que termina - que podemos considerar de vuelta a la normalidad (¿o a la anormalidad?) - nos ha proporcionado desencuentros, alguno de ellos turbulentos, en casi todos los ámbitos sociales y políticos, locales, autonómicos, nacionales e internacionales. Con la vuelta a las aulas de todo el alumnado no universitario, que se ha desarrollado con bastante normalidad, los problemas nos llegan desde afuera. En las grandes ciudades - entre ellas en Zaragoza - hemos sufrido de nuevo los atascos, las interminables obras, las prisas y el estrés. A los pequeños núcleos rurales ha vuelto la soledad y ha regresado el fantasma de la despoblación - oculto momentáneamente durante los meses de verano. Pero las turbulencias, los desencuentros, han ido más allá de esta percepción cotidiana y, en ocasiones, rutinaria.
Los extremos se tocan y se repelen. Eso es lo que está ocurriendo en el siempre agitado e incierto ámbito político. Y lo peor de todo es que fallan las formas. Las de unos y las de otros. Y, a veces, se pierden los papeles. Y lo más frecuente es que nadie dimita, todos se exculpen y muy pocos rectifiquen -¡Qué cara se ha puesto la autocrítica! En Estados Unidos se agudizan los enfrentamientos y discrepancias por la incomprensible posguerra de Irak. En Europa se tambalean algunos bancos y comienzan a sufrir las consecuencias de los créditos hipotecarios. En España continúa el rifirafe entre los conservadores y progresistas, entre los monárquicos y los republicanos. (Algunos siguen añorando tiempos pretéritos. ¡Qué gran error!) En Aragón la polémica está servida en el tema del medio ambiente y en el tema de las comunicaciones. Y en Zaragoza continúa la pugna por ese inmenso barco varado en el centro de la ciudad, que es el Fleta. Y el dragado del Ebro siguen enfrentando a ingenieros, políticos y ecologistas. Y la polémica del tráfico se ha centrado en la circulación de bicicletas por el centro de la ciudad. Las aceras no son para todos y la calzada es una trampa para el más débil.
Mientras tanto, seguimos expectantes ante las incertidumbres del futuro. La normalidad parece desbordarnos en algún momento. Y los fines de semana - aderezados con el buen tiempo y atractivas citas deportivas - se han convertido en el mejor invento. Aunque en el deporte también son frecuentes los desencuentros. Y si no que se lo pregunten a Luis Aragonés, al jugador Óscar González o a los dirigentes y técnicos del equipo McLaren.
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Luis Antonio Pérez Cerra -