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josemarco

CON PIEL DE CORDERO

CON PIEL DE CORDERO

     La mayoría de los políticos están impacientes por comenzar una campaña electoral, que culminará dentro de dos semanas con la convocatoria a las urnas a todos los ciudadanos españoles, el día 9 de marzo. Sin embargo, aunque la campaña oficial comienza hoy a las 12 de la noche, con la tradicional pegada de carteles, los inquietos aspirantes a un escaño en el Congreso o en el Senado hace días que viajan de aquí para allá a golpe de agenda para comunicar, plantear, debatir o prometer. Sobre todo para prometer. Es el verbo que más veces hemos oído desde inicios de año y el que con más facilidad sale de la boca de los candidatos.

     Pero no sólo se trata de promesas más o menos creíbles, más o menos utópicas. Al futuro votante hay que ganarle con gestos, con talante, con agradable apariencia. Y está de moda en estas fechas - siempre lo ha estado - vestirse de piel de cordero durante estos quince días maratonianos. Todos buscan el disfraz que más se ajuste a su personalidad. Todos evocan el reciente carnaval y se llenan la boca de mansedumbre, tolerancia, libertad y visión de futuro. La desmemoria campa por sus anchas. Nadie quiere mirar hacia atrás. Nadie quiere recordar los momentos de crispación, el veneno negro de la crítica, la sistemática descalificación, los traspiés, las equivocaciones,... La autocrítica desaparece radicalmente durante estos días. Los políticos se visten con piel de cordero. Unos más que otros. A veces parece el mundo al revés. Y resulta hasta chocante, divertido, grotesco y esperpéntico.

     Habrá que ver de todos modos cómo se desenvuelven los principales espadas de esta lidia por el poder durante los próximos días. Habrá intensos debates, encendidos mítines, sosegadas entrevistas, innumerables saludos, cenas preelectorales, paseos por las principales avenidas, olor de multitud,... Habrá que ver qué esconde cada político - ser humano, al fin y al cabo - debajo de esa piel de cordero tan cacareada últimamente. Si somos agudos y perspicaces, quizás descubramos los colmillos del lobo. En ese momento podremos afirmar que nuestro voto será coherente, responsable y ajustado a la memoria de los últimos cuatro años. No a la de los últimos cuarenta días.

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