DE LA EUFORIA A LA DECEPCIÓN
Noche de fiesta en la Romareda. Ambiente de gala en las gradas, como en los mejores tiempos. Otra nueva final. Otro día de nervios e incertidumbre. Una nueva decepción.
Todo parecía pintar bastante bien en los primeros minutos. Pero los transistores no traían buenas noticias. Como era de esperar, Osasuna y Recreativo ganaban sus partidos. Y el Zaragoza estaba obligado a ganar a un Real Madrid que no se jugaba nada. Pero los de Schuster no perdonaron y se llegó al descanso con un empate a uno que no servía de casi nada al equipo de casa. Pero aún quedaba lo peor. O lo mejor. Según como se mire. El Zaragoza se lanzó a por todas ante un Madrid algo más relajado. Pero en un contrataque del equipo visitante llegó la puntilla. Y la decepción. Menos mal que un gol del Zaragoza en los últimos minutos deja abierta una pequeña puerta a la esperanza. Muy pequeña. ¡Para qué nos vamos a engañar!
Del partido de anoche me quedo con unos breves apuntes. Que el Zaragoza quiere pero no puede. Que la mala suerte parece que le persigue. Que tiene una afición de diez. Que sus dirigentes deben dar un giro radical en todos los sentidos, se baje a segunda o no. Y que el partido de ayer es de los que hacen afición. Eso sí, al parecer, la reacción ha llegado demasiado tarde. ¿O aún creemos en los milagros?
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Luis Antonio -