POR LA RIBERA DEL GÁLLEGO
Las riberas del río Gállego son prácticamente desconocidas por los que viven en Zaragoza y en su entorno. Por eso, he aprovechado la agradable tarde del miércoles para acercarme por la Avenida de Cataluña a los barrios de Montañana y Peñaflor y conocer un poco más de cerca estos parajes cercanos al cauce de este río que da nombre a numerosos pueblos.
De entrada, me he topado con la prolongación del cuarto cinturón. Obras por doquier, desvíos y rotondas. Y, poco más adelante, una vez se deja a la izquierda el instituto "Ítaca", aparece Montañana, un barrio surcado todavía por una carretera que pide a gritos su correspondiente variante y, al fondo a la izquierda, la Montañanesa, esa papelera que contamina por doquier y que se divisa algunas tardes desde los lugares más insospechados de la capital. Su olor - casi hedor - me recuerda la papelera de Balaguer (Lérida), que esparcía sus efluvios en varios kilómetros a la redonda. No sé lo que pensarán los vecinos. No sé qué opinarán los ecologistas. Ignoro la postura de las autoridades y del Consejero de Medio Ambiente. Lo que está claro es que, con el crecimiento de la capital, su ubicación no es la idónea. Habría que comprobar, además, si se han adoptado las medidas oportunas para evitar ese chorro oscuro que surca los cielos primaverales y rompe la armonía del paisaje.
Poco más allá de Montañana, aparece otro barrio zaragozano, uno de los más tranquilos y encantadores: Peñaflor. La gente está en las casas, porque amenaza tormenta. Muy pocos se atreven a dar un paseo o a cultivar los huertos. El agua lo inunda todo. El verde viste de gala el entorno. Sólo la esbelta torre de la iglesia destaca entre un caserío de planta baja o algún adosado. Poco antes de llegar a este pequeño barrio, queda a la izquierda la cartuja de Aula Dei, enclave histórico y artístico dentro de la ruta de Goya. Pero la tarde invita a acercarse a la orilla del Gállego. El agua baja alegre, embravecida. Sólo algún pequeño meandro frena su ímpetu. Su caudal desembocará en el Ebro poco después. Luego seguirá hasta Caspe o hasta Mequinenza. Quizás en un futuro termine en Amposta. O tal vez sea recogida en un barco para abastecer a la gran capital de Cataluña. Dicen que se trata de algo necesario, urgente, perentorio. ¿Durará mucho este "trasvase"? Lo dudo. Muy pocos piensan que se vaya a dar marcha atrás.
Mientras tanto, prefiero disfrutar contemplando el cauce del Gállego y eludir la tormenta que se avecina. Las nubes presentan su peor semblante. Parece que quiere anochecer. Sólo la chimenea de la Montañanesa compite con el gris negruzco del cielo. Al final, se confunden en una misma amenaza: la de la lluvia y la de la contaminación.
1 comentario
Javier López Clemente -
Salu2 Córneos.