DOCE HORAS EN LA EXPO
A pesar de que mi visita a la Exposición Internacional Zaragoza-2008 ha coincidido con un récord en el número de visitantes, a pesar de las inmensas colas para visitar los pabellones, a pesar de las aglomeraciones y el bullicio, a pesar del bombardeo publicitario y de los montajes comerciales, mi impresión de esta fugaz estancia en el recinto de Ranillas es positiva.
Positiva desde el punto de vista de la reflexión sobre la problemática del agua en nuestro cada vez más amenazado Planeta Tierra. Positiva por su ambicioso y elocuente lema - "Agua y desarrollo sostenible" - que invita a la reflexión y, sobre todo, a actuaciones a nivel mundial cada vez más urgentes. Positiva por haberse atrevido a afrontar un tema cada vez más vital como es la distribución justa y equitativa de un bien día a día más escaso entre todos los habitantes del Planeta.
De mis doce horas de estancia en la Expo, me quedo con la estética y la creatividad del Pabellón Puente, con los mensajes acuciantes de las plazas temáticas "El Faro" y "La Sed" y con la brillante escenificación poético-musical del Iceberg, en plena noche, a orillas del Ebro. Uno se marcha a casa después de contemplar este espectáculo de veinte minutos con una serie de interrogantes sobre el futuro de la Tierra, con una profunda reflexión sobre la cruda realidad de nuestra única casa común - cambio climático, residuos, deforestación, consumo irresponsable,... - y con un gran interrogante para las próximas generaciones. El Planeta está Enfemo. ¿llegaremos a tiempo para controlarle la fiebre y evitar lo irremediable? Los hombres y mujeres del siglo XXI tenemos la palabra.
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