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josemarco

EL PULSO DE LA CIUDAD

EL PULSO DE LA CIUDAD

     La mejor manera de tomarle el pulso a una ciudad es caminando. Recorrer las calles de una urbe asiduamente, observar la fisonomía de sus edificios y descubrir rincones inesperados es un grato deporte para el ciudadano de a pie.

     En Zaragoza es fácil dedicarse a caminar por el centro histórico, siempre que las condiciones atmosféricas lo permitan. Sin embargo, las frecuentes obras y los inesperados cortes de algunas calles alteran un recorrido teóricamente fácil  y asequible. Lo mismo sucede si alquilamos una bicicleta y nos dedicamos a recorrer las principales arterias urbanas. Pero,en este caso, surgen más dificultades: o elegimos la calzada, con el riesgo consiguiente; o pedaleamos por la acera, con el conflicto entre ciclistas o peatones.

     Al parecer, las mentes bienpensantes, han decidido reformar algunas calles céntricas con muy buen criterio, según ellos. Han pensado que algunos árboles estorbaban, y no han dudado en hacerlos desaparecer con potentes motosierras. Esto ha ocurrido recientemente en la zaragozana calle del Coso. De la noche a la mañana, hemos podido contemplar la calle desnuda de vegetación y los antiguos plataneros abatidos y destinados a leña o a serrín. Nadie ha dicho nada. Nadie ha explicado nada. Sólo algún ciudadano observador se ha dado cuenta del despropósito y ha trasmitido su queja al Consistorio. Eso sí, el mal ya está hecho y no sé cómo lo van a reparar.

     La ciudad es frágil, la ciudad está enferma, la ciudad está saturada de cemento y asfalto, la ciudad se deshumaniza paulatinamente. Es la imagen de esta tarde de otoño en pleno centro de Zaragoza: árboles caídos, calles atestadas de vehículos, contaminación a raudales y predominio del color gris.

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