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josemarco

ROSENDO TELLO EN LA REVISTA TURIA

ROSENDO TELLO EN LA REVISTA TURIA

     No es la primera vez que escribo en este blog del poeta aragonés Rosendo Tello Aína (Letux, 1931), Premio de las Letras Aragonesas en 2005.  Me referí a él cuando le concedieron el premio (CINCUENTA AÑOS DE POESÍA, 14-12-2005), cuando participó en una campaña de poesía en la calle (CON LA VOZ Y LA PALABRA, 20-3-2006) y cuando realizó una lectura de sus poemas ante un público variopinto (LECTURA POÉTICA EN EL COSO, 8-11-2006).

     Esta tarde, al comenzar la lectura de la sección Poesía del último número de la revista cultural TURIA - que cumple nada más y nada menos que 25 años - me encuentro con un poema del veterano compositor que  me llama poderosamente la atención por su cadencia, profundidad, poder de sugerencia y trasfondo existencial. Su título, Rosas, piedras que germinan anticipa al lector unos versos que ahondan en el alma de las cosas, en la sensibilidad de lo aparentemente insensible, en el poder de lo inmaterial. Espigo las estrofas más sugerentes:

                    Hay días en que ocurren cosas raras:

                    el aire azul negrea de repente

                    y se quiebran los muros del jardín,

                    una blanca carroza arranca pedernales

                    de las nubes sombrías y las almas sombrean,

                    destiñendo la luz y cegando los ojos,

                    y los cuerpos se cubren de cerda transparente...

                    El tiempo que creímos ya desaparecido

                    resplandece de nuevo

                    a la luz virginal de la mañana,

                    con la música íntima de las rosas que aspiran

                    las fragancias del aire que regresa

                    para orientar los pasos borrados por la lluvia.

                    Eso tiene que ser y no un milagro

                    o fenómeno raro de la naturaleza.

                    Que el desconocimiento que tenemos

                    del alma de las cosas

                    no nos permite oír voces indescifrables

                    que suenan en el fondo de nuestras experiencias

                    cotidianas. Así en las soledades

                    de amarga despedida que sentimos llorando,

                    o en la materia frágil de una fotografía

                    que el tiempo amarillea y amarilleó la sangre

                    sagrada de los muertos y despiertan riendo

                    y diciendo en silencio:

                    "La vida sigue si el amor perdura"

                    Seres extraviados que en los trances de luz

                    reconocen la huella de sus almas ausentes

                    hablándonos en sueños y despiertos guiándonos.

                    Eso debe de ser y no tristeza,

                    según la convicción de que nunca entendemos

                    tantas cosas extrañas, o la melancolía

                    ahogada en el sollozo del recuerdo

                    que nos dice: "Sólo el amor perdura".

                    Rosas que mueren, piedras que germinan

                    y verdean al sol con fulgor de esmeraldas.

1 comentario

Luis Antonio -

Yo siempre comienzo la lectura de TURIA por tu reseña -en este caso sobre el libro de Richard Tarnas- y por la sección "La mano sobre los ojos" de Raúl Carlos Maícas. Enhorabuena a ambos