LA SOLEDAD DE LA SABINA
Mientras viajaba el lunes por la mañana desde Teruel hacia Valencia, observaba desde la autovía mudéjar, a la altura de La Puebla de Valverde y hasta el límite de la Comunidad Valenciana el casi insólito paisaje sembrado de sabinas. Al contemplar este árbol azotado por el cierzo y castigado por inviernos inclementes, recordé unos versos de José Antonio Labordeta, que plasmo a continuación:
EL PERFIL SE desangra..
Se rompe el horizonte.
Como un pájaro quieto
la sabina interrumpe la distancia.
El viento, atenazante,
lo desconcierta todo
y una ontina sedienta
rompe la longitud
de un cielo invertebrado.
Allí permanece quieta
igual que la soledad,
pasa el tiempo por sus ramas
y no las puede truncar.
Soporta la ira del cierzo
igual que un barco en el mar.
También evoqué una enhiesta sabina - que aparece en la fotografía - en las proximidades de Aliaga, salvada milagrosamente del pavoroso incendio de finales de julio. No es la sabina de La Puebla de Valverde, no es la sabina de Los Monegros, es la sabina de Aliaga, arropada por sus hermanos los pinos y emulada por los ariscos enebros. Todo un símbolo del paisaje de Aragón. Labordeta lo supo captar y así lo expresó en una de sus canciones en 1997.
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