EL PULSO DE LA HISTORIA
Las tardes de los viernes brindan una buena oportunidad para dejar las pequeñas pantallas domésticas y acercarse a la gran pantalla cinematográfica. La cartelera de Zaragoza no tiene mucho que ofrecer por estas fechas. Por eso me costó inclinarme por Ágora, la última superproducción de Amenábar.
No me disgustó una película a la que le sobran unos cuantos minutos. Pero tampoco me entusiasmó. Me recordó en ocasiones las películas de romanos que veíamos de pequeños en el cine del pueblo. Me cautivó, sin embargo, el tratamiento de la historia. Aunque ya conocíamos muchos de estos acontecimientos, es bueno nos recuerden de vez en cuando cómo el fanatismo ha sido una lacra de todas las religiones, cómo la astronomía era una ciencia en auge en los años del imperio romano, cómo la violencia era un recurso fácil, cómo en el "ágora" - la plaza pública - se predicaba, se arengaba y se contaminaba a las masas incultas e incontroladas. Y es bueno que nos recuerden cómo la biblioteca de Alejandría, una de las mejores del mundo en el siglo IV, fuera saqueada e incendiada.
No me convenció sin embargo la actuación de los personajes, con excepción de Rachel Weisz, que destaca en su papel de Hypatia, la filósofa de Alejandría, que se mantiene al margen de un cristianismo proselitista y fanático. Los demás personajes aparecen y desaparecen continuamente y quedan ahogados por el ambiente, por una envidiable técnica, por un montaje excelente. Pero el guión se pierde en demasiados meandros. Amenábar ha querido abarcar demasiados géneros en una misma cinta. Y esas ambiciones resultan difíciles y, en ocasiones, decepcionantes. Me gustó más Mar adentro.Tal vez porque nos acercaba a un tema más cercano, más humano y más inquietante.
1 comentario
Luis Antonio -
Un abrazo, José Mº