SÓLO QUEDA EL PAISAJE

Sentado en un recodo el camino,
mientras las aguas surcan rumorosas
el valle solitario,
evocas con nostalgia ese pasado,
ese ayer tan distinto y tan distante,
al filo del olvido.
Te preguntas qué queda ya de aquello
que acompañó tu infancia
y fue un testigo mudo
de aquellos años tiernos y felices
teñidos por la bruma.
Queda tan poco ya
de aquel pequeño pueblo bullicioso,
con las calles repletas de sonrisas
y las casas abiertas a la vida.
Casi no queda nada
del pantano, la térmica, los huertos,
la cedrilla, las minas y el molino.
Pero queda el paisaje,
los chopos centenarios,
el río rumoroso
y la vida que fluye silenciosa
en la mañana azul de primavera
al borde del camino.
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