LA VISITA DE LA NIEBLA
Siempre es inoportuna la visita de la niebla. Al menos, para los que tenemos tendencia a la melancolía. Hoy ha vuelto a caer la niebla sobre Zaragoza. Ha sido su primera cita en este 2008 recién estrenado. Pero no será la última. Ya se despidió el 2007 con días de intensa niebla. Desde el hospital Miguel Servet se observaba la ciudad sumida en esta bruma grisácea que mantiene bajas las temperaturas y nos impide gozar del tímido sol invernal.
Es verdad que Zaragoza no es Londres, ciudad envuelta por la niebla durante muchos días al año. Mi experiencia de este fenómeno no se ciñe sólo a la capital del Ebro. Durante mis dos años de estancia en Balaguer, pude comprobar cómo la niebla envolvía la capital cuando viajábamos a Lérida al dentista o a alguna gestión. Te adentrabas en la niebla como del día a la noche. El regreso era distinto, porque la niebla desaparecía nada más dejar Balaguer - ciudad que asocio al molesto olor de la papelera, al estilo de la de Montañana - y volvía a brillar un sol alegre y esperanzador. Otra ciudad azotada por la niebla es Fraga. Este enclave oscense está metido en una auténtica hoya y pocos días del invierno se libra de la niebla, cuando el anticiclón se asienta en la península.
De todos modos, dicen que la niebla es beneficiosa para algunos cultivos y que, en algunos casos, mantiene la humedad que necesitan ciertas plantas. Está claro que nunca llueve a gusto de todos. Algunos poetas también se inspiraban bajo una espesa niebla y compusieron versos dignos de recordar.
1 comentario
Javier López Clemente -
Salu2 córneos.