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josemarco

LENGUA DE MAPA

LENGUA DE MAPA

     La joven poeta Almudena Vidorreta (Zaragoza, 1986) acaba de presentar su tercer poemario - Lengua de mapa - que obtuvo el año pasado el primer premio de poesía en castellano de la Universidad de Zaragoza. Después de los dos libros anteriores - Tintación y Algunos hombres insaciables -, esta antología se adentra de nuevo en un lenguaje metafórico, alegórico y decididamente coloquial.

     Lengua de mapa nos propone varios viajes, diversas aventuras por un entorno urbano, por una andadura literaria y por los entresijos de la pasión y el erotismo. Es una geografía íntima llena de incertidumbre y preñada de presagios. Una lengua que requiere un aprendizaje, pero que nos cautiva "con el suave bálsamo de la palabra". Una lengua que se remonta a los tiempos más remotos, pero que nos reclama desde el silencio. Una lengua que diseña los caminos secretos del amor, los vericuetos de los sueños, las trampas del destino.

    Almudena llega con este libro a una madurez poética digna de tenerse en cuenta. En alguno de sus poemas hace un guiño a José de Espronceda, a Cavafis, a Brenda Ascoz, a Ángel Petisme. Porque en esta geografía urbana, humana e íntima se trasluce un aliento literario, una admiración por la palabra con mayúscula, un homenaje a los que día a día realzan el idioma. El camino está abierto,la senda está marcada. Sólo nos queda disfrutar con la lectura cadenciosa de este regalo poético y encontrar nuestro lugar en el mapa de la vida.

     He elegido uno de los poemas que leyó la autora el pasado miércoles, durante la presentación del libro en la librería Cálamo de Zaragoza:

                                             CAMINO

                                 Pies para caminar una senda mojada

                                por el sudor de los otros y tus propias lágrimas,

                                el camino que a veces se desentraña en mis brazos

                                y se abre para ti en lo profundo de mis piernas.

                                 Te daré mis pies para los recados incómodos,

                                para los caminos que no estaban previstos

                                y si hay que dar la cara ante el enemigo nuevo

                                también te daré mis pies.

                                 Todo para que sean las llagas de mis dedos

                                y las grietas de mis plantas

                                las que recojan las semillas secas

                                mientras caminan tus pies por las hojas verdes

                                de los valles que sembramos en otoño

                                cuando todos los demás se lamentaban

                                creyendo ver morir al último árbol.

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