NAUFRAGIO TOTAL
Algunos lo han comparado con el Titanic; otros, con la crónica de una muerte anunciada. Pero, lo que está claro, es que los zaragocistas, zaragozanos, aragoneses y tantos y tantos seguidores de este equipo con una dilatada historia deportiva y con un gran eco social, estamos asistiendo a uno de los peores momentos de un club histórico que, después de casi 80 años de historia se está viniendo abajo irremediablemente.
El domingo pasado me acerqué por la mañana a la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza a presenciar el encuentro entre el filial del equipo aragonés y el Reus Deportivo. Mientras me tomaba un cortado en el bar de la entrada, contemplaba dos fotografías históricas - la de los Magníficos de los años 60 y la de los Zaraguayos de los años 80 - y sentía una sensación agridulce al comprobar cómo en pocos años - sobre todo en las seis últimas temporadas - se estaba echando por tierra todo ese edificio construido con sacrificio, coherencia, sentido común y amor a los colores.
Ya durante el partido del Zaragoza B, contemplé cómo los jugadores del primer equipo entrenaban cabizbajos y cariacontecidos en un terreno adjunto, después de una derrota más en el Sardinero. También estaba el nuevo entrenador ojeando a los jóvenes de la cantera. No hubo suerte de cara al gol contra un gran equipo, pero pudimos ver a jóvenes futbolistas que nada tienen que envidiar a los jugadores de la primera plantilla. La defensa es claramente mejor, la media mucho más creativa y en punta hay un jugador que dará mucho que hablar durante los próximos años. Me preguntaba mientras tanto qué pasaría por la cabeza de estas jóvenes promesas. Porque el futuro del club es tan incierto que seguramente tendrán que emigrar al Huesca - como tantos otros - o a otros equipos de primera o segunda división.
Mientras tanto, se está creando una plataforma para salvar al club de esta agonía casi inevitable: manifiestos, manifestaciones y panfletos contra el máximo accionista del club, que hace caso omiso de las opiniones de esta gran masa social que sí siente sus colores. Mientras tanto se quiere fichar a cuatro o cinco jugadores en paro o descartados por sus clubs para acallar las críticas e intentar taponar una herida que sangra ya por todas partes.
¿Ganará algún partido el Real Zaragoza de aquí al final de temporada? ¿Será un mal menor que descienda y se empiece desde cero? ¿Abandonará Agapito este barco a la deriva antes de que se hunda definitivamente? El tiempo lo dirá... Pero, está claro que los milagros no existen.
(En la foto, el equipo de los Magníficos en los años 60).
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