ARMAS CONTRA EL PROGRESO
Hace dos décadas estuve en Seattle, en el estado de Washington. Y uno de las normas que más me llamó la atención fue la prohibición de consumir bebidas alcohólicas a los menores de 21 años. La verdad es que no estoy en desacuerdo con la medida, después de lo que compruebo un fin de semana tras otro por las calles y parques de mi ciudad. Pero lo que me sigue sorprendiendo es la paradoja de prohibir algo aparentemente inofensivo desde el punto de vista criminal y tolerar hasta límites insospechados la venta y posesión de armas a jóvenes y adultos de todas clase y condición social.
La reciente masacre cruel e indiscriminada en una escuela de Newtown, en el estado de Connecticut ha vuelto a reabrir un debate que, al parecer, tampoco va a cambiar mucho esta situación casi insostenible. Los gestos públicos y las declaraciones del presidente Obama no acaban de poner el dedo en la llaga y buscar soluciones a este rosario de asesinatos colectivos que aparece con demasiada frecuencia en los medios de comunicación.
Es sorprendente y casi raya en el absurdo que el país teóricamente más avanzado del mundo se convierta con frecuencia en un espejo de miserias más propias de una nación en vías de desarrollo.
Siempre me ha repugnado el uso y tenencia de armas. Siempre he manifestado temor, más que respeto, ante las personas que por su profesión tienen que manejar un arma de fuego. ¡Cuánta razón tiene el refrán que dice: "Las armas las carga el diablo"! Eso ha ocurrido recientemente en esta escuela de primaria americana. ¿Servirá para algo esta nueva tragedia? Habría que ir más allá de la reflexión y de las buenas intenciones. Pero hay tantos intereses de por medio...
1 comentario
Rafa -
Un saludo.