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josemarco

UNA HISTORIA APASIONANTE

UNA HISTORIA APASIONANTE

     Hojear un libro, acariciar un libro, contemplar su forma, su textura, su peso, su color, su luminosidad ha sido hasta hace unas décadas un placer reservado a una minoría. Ahora el libro se ha popularizado, afortunadamente, aunque en algunos países todavía se mantiene en alto amenazante la espada de dámocles de la censura. Porque es una suerte y un privilegio que nuestros niños y jóvenes se acerquen con ilusión al libro impreso y comiencen a familiarizarse con el libro digital.

     Han transcurrido muchos siglos desde que nuestros antepasados más ancestrales escribían y leían en tablillas de cera o pequeñas pizarras de barro. Luego vino el papiro y después el pergamino. Fueron muchos años de lentos avances, de trabajo y de imaginación. Hasta que en el siglo XVI el orfebre alemán Johannes Gutenberg revolucionó la expresión escrita con la invención de una imprenta muy rudimientaria que se iría perfeccionando poco a poco. Ya a finales del siglo XX, con la llegada de los ordenadores y de Internet, al soporte impreso le surgió un competidor - yo diría que un digno rival -. Nacerían los libros electrónicos o ebooks que, de momento, no han podido con el libro tradicional y, al parecer, son un elemento complementario y enriquecedor.

      Eso y mucho más aprendieron nuestros alumnos de primero de ESO en su visita a la biblioteca Ildefonso Manuel Gil de la Diputación Provincial de Zaragoza. Les explicaron con láminas e ilustraciones la dilatada historia del libro y, en un marco excepcional como es la antigua biblioteca del casino principal de la capital aragonesa, pudieron comprobar el valor de los libros como testigos mudos de la historia y como heraldos de un pasado cultural al que no conviene dar la espalda.

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