CELEBRACIONES
No me gusta la palabra fiestas como deseo para estas fechas. Prefiero el término celebración que tiene un matiz más familiar, más personal, más íntimo. De todos modos, a medida que pasan los años, uno intenta vivir estas fechas de un modo muy distinto a las vivencias compartidas de la infancia y juventud. Muchos de los miembros de la familia ya no están entre nosotros, y la mayoría se fueron prematuramente. A pesar de todo, la celebración está ahí y no podemos sortearla como un obstáculo más. Tengo junto a mí a la poca familia que me queda. Y se acuerdan de mí muchos amigos, algunos de ellos desde la distancia.
De todos modos, la palabra Navidad es tan redonda, tan sugerente, que me resisto a eliminarla de mi vocabulario personal. A pesar del laicismo, a pesar del consumismo, a pesar de la progresiva secularización, siempre llevaré muy adentro el belén de mi infancia, los villancicos en y las celebraciones de estas fechas. Porque en la vida siempre hay algo que celebrar, algo que compartir, algo que mimar y potenciar.
Por ello, desde estas páginas quiero desear a todos mis amigos y a mis fieles lectores unos días muy felices. Que el calor familiar nos ayude a aliviar la andadura agridulce de lo cotidiano. Y que el bombardeo de lemas y publicidad vacua no nos impida la concentración, el silencio, la lectura sosegada y las tertulias sin reloj. Y que intentemos vivir el presente y no perder la ilusión ni la esperanza.
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