SILENCIO INVERNAL
Hay días en los que el silencio taladra nuestros oídos, hiere nuestra sensibilidad, lastra nuestra esperanza. Y es que esta mañana de febrero en Aliaga, mañana apacible, serena, invernal, nos ha sorprendido con una nevada suave y persistente que ha teñido de blanco los tejados, la huerta y el monte.
A media mañana me he acercado hasta el Guadalope con un amigo forestal y me ha comentado con sorpresa cómo no hace muchos años, en días como hoy se oía el alegre y cantarín trinar de los pájaros, se atisbaban las golondrinas bajo el alero de los tejados o el jugueteo de los petirrojos a la orilla del río. Esta mañana, en cambio, mientras paseábamos por la vega y el cascajar, el silencio era casi sepulcral y los chopos cabeceros se mostraban huérfanos de susurros o gorgeos.
Ante este silencio elocuente de la naturaleza nos hemos preguntado qué estamos haciendo con la flora y la fauna de nuestro entorno, cuál será el futuro de estos oasis naturales. Si lugares privilegiados como la cuenca alta del Guadalope pierden su esencia, el legado para las próximas generaciones será un lastre preocupante.
Mañana de febrero en Aliaga. Casi nunca me he acercado aquí durante este mes caprichoso, voluble, paradójico. Un invierno suave, apacible, pero sorprendentemente silencioso.
2 comentarios
Javier -
Juan José -
Alguna golondrina primeriza puede que hubiera para esas fechas; son estivales y la mayoría vienen hacia marzo.