TARDE DE DOMINGO
Hay tardes de domingo grisáceas, cárdenas. Hay tardes de domingo crepusculares y decrépitas. Hay tardes de domingo simplemente otoñales. Pero, a veces, uno se sobrepone a los golpes bajos de la rutina y la melancolía para compartir con los amigos un campeonato de guiñote en el bar Las Palmeras, uno de los clásicos del barrio de Las Fuentes.
Allí viví con mi hijo Javier unas horas intensas, con la mente despejada, con los nervios aplacados y con la suerte como buena aliada. Tanto es así que, al filo de las nueve de la noche, salíamos con nuestros trofeos y rematábamos unas horas en las que la afición puede más que cualquier otro tipo de ocio.
Y ahora, a la espera del próximo campeonato. Creo que será en Aliaga, cuna de grandes jugadores de guiñote, el próximo puente de la Inmaculada. Allí estaremos, desafiando el frío y reencontrándonos con grandes amigos, con excelentes rivales y, si la suerte nos acompaña, con un alegre brindis prenavideño.
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