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josemarco

ARTE

EL ARTISTA ARTESANO

EL ARTISTA ARTESANO

            Dedico parte de la mañana de este suave y plácido sábado de noviembre a visitar la exposición del pintor ejeano Vicente Berdusán, en el Palacio de Sástago. El marco es incomparable y la organización envidiable. A partir de esas premisas, cada uno puede hacer sus propias consideraciones. Lo que no se puede negar es que el pintor de Ejea, afincado en Tudela durante casi toda su vida artística, es un representante privilegiado del barroco aragonés en su vertiente religiosa. Sus obras están repartidas por distintos lugares de la geografía aragonesa: Daroca, Tarazona, Maluenda, Los Fayos, Villafranca de Ebro, Gea de Albarracín, Ojos Negros y, por supuesto, Zaragoza, son algunas de las poblaciones que pueden estar orgullosas de poseer en sus iglesias, ermitas o museos obras de este pintor aragonés, injustamente olvidado durante décadas.

              La Diputación Provincial de Zaragoza nos brinda la oportunidad de contemplar estos cuadros en los que el claroscuro, el contraste y las tonalidades grisáceas nos trasladan a la segunda mitad del siglo XVII. La religión lo impregnaba todo y la Contrarreforma estaba en su apogeo. La iglesia disfrutaba de privilegios de todo tipo y de una economía saneada. Berdusán sólo atendía los pedidos y encargos de eclesiásticos o de nobles con raíces religiosas. De ahí que sus cuadros se hagan eco de un mundo oscuro y tenebroso, de un valle de lágrimas poblado de calaveras y de demonios de carne y hueso. Los santos se convirtieron en tabla de salvación para los pecadores, y el cielo era algo ansiado y deseado como el inicio de una vida feliz para el creyente. ¡Cuánto han cambiado los tiempos!            

              Aunque no me atrae en exceso el arte barroco, reconozco el mérito de este pintor aragonés y su facilidad para crear un mundo místico y sublime. El “artista artesano” siguió el camino de sus coetáneos madrileños. Lástima no nos haya dejado ningún cuadro más realista y que reflejara mejor la cruda realidad que le tocó vivir. Luego vendría el laicismo y la desamortización. Pero Berdusán no llegó a atisbar el Siglo de las Luces o de la Razón.

           

ALCAÑIZ MONUMENTAL

ALCAÑIZ MONUMENTAL

       Regreso de nuevo a Alcañiz. Esta ciudad bajoaragonesa me trae recuerdos agridulces. Pero prefiero pasar página y, aprovechando el rápido desplazamiento en autobús para presenciar el enfrentamiento entre el equipo local de alevines y la Unión Deportiva San José, me acerco a la Plaza de España, que contiene uno de los mejores conjuntos monumentales de la arquitectura civil española bajomedieval y renacentista. Mi guía artístico siempre ha sido el escritor menorquín José María Quadrado, quien en su volumen “Aragón” de Recuerdos y Bellezas de España describe con admiración la Lonja alcañizana, importante monumento del siglo XV, y el edificio renacentista del Ayuntamiento, con una pintoresca fachada principal, que contrasta y complementa en ángulo recto el edificio anterior. No abandono este recinto monumental sin contemplar lo único valioso, en mi opinión, de la Colegiata de Santa María: la esbelta torre gótica, adosada al brazo izquierdo del crucero actual. El resto de la basílica me parece excesivamente frío y barroquizante. Quadrado casi lo ignoró en su viaje con Parcerisa en diciembre de 1844. Pero se lamentó de la desaparición de la iglesia de Santiago y del estado ruinoso de la de San Pedro.Es una parte del Alcañiz monumental. Quizás la mejor.

       Aunque no hay que olvidar el Castillo de los Calatravos, transformado actualmente en parador nacional. Contemplo la iglesia de los Escolapios, con su humilde torre de estilo mudéjar y regreso por la calle Mayor hacia el Alcañiz más moderno, menos castizo, menos turístico. Prefiero quedarme con el sabor medieval y con la pujanza renacentista de esta ciudad hacia la que siento una secreta atracción y, paradójicamente, un instintivo rechazo.

UNA VIDA DEDICADA AL ARTE

UNA VIDA  DEDICADA AL ARTE

Ayer tarde tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza la inauguración de la exposición "El poeta multiplicado", en recuerdo y homenaje al recientemente fallecido Antonio Fernández Molina. En esta excelente muestra literaria y pictórica están presentes todas las facetas en las que Antonio se volcó desde su juventud hasta pocos días antes de dejarnos. No sólo podemos contemplar las primeras ediciones de sus novelas, relatos breves, antologías, colaboraciones críticas,... sino que podemos incluso bucear en la intimidad del autor leyendo algunas de las cartas que le enviaron personajes tan relevantes en el mundo de las letras como Ramón Gómez de la Serna, Antonio Buero Vallejo, Jorge Guillén, Max Aub o Vicente Aleixandre. Se puede uno recrear también en la lectura de sus artículos en la revista Papeles de Son Armadans, dirigida por Camilo José Cela o conocer su relación con el poeta Miguel Labordeta y el mundo literario del Niké. Los cuadros que pintó Antonio son una muestra más de su talante creativo y de su polivalencia artística. Se completa la exposición con un video del escritor en su casa de Zaragoza. En él hilvana recuerdos de su vida, impresiones sobre el arte y la literatura y opiniones sobre la realidad presente y futura.

Todo ello gracias a la impagable colaboración de sus familiares y amigos. Como a tantos otros escritores y artistas, el reconocimiento que no tuvo en vida le ha llegado a título póstumo. Paradojas de la vida, aunque más vale tarde que nunca. 

SAN JUAN DE LOS PANETES

Por fin le ha llegado el turno a esta torre octogonal barroca del siglo XVIII, que imita con originalidad el mudéjar tardío y pobre del siglo XVI. Y es que las torres de Zaragoza tienen su épica y su lírica, su historia y su leyenda. La torre de esta iglesia zaragozana - cerrada al público y casi olvidada - ha sido siempre como el patito feo de las torres, tan sucia, tan pequeña, tan inclinada como parodia inocente de la torre de Pisa. Hay que tener en cuenta también que esta humilde torre presenció y sufrió un atentado terrorista a finales de los años ochenta. Pero se mantuvo en pie y hoy está rodeada de andamios para lavarle la cara o, como dice Javier, para evitar su ruina definitiva. Las torres de nuestra ciudad tienen tanta leyenda que, en el año 1844, en pleno fervor posromántico, José María Quadrado las elogió repetidamente en el volumen "Aragón" de "Recuerdos y Bellezas de España" y Francisco Javier Parcerisa litografió casi todas ellas, dedicando una atención especial a la famosa Torre Nueva. Su derribo fue un despropósito y nos alegra no haya ocurrido lo mismo con la de San Juan de los Panetes. Aunque en ésta no repararon los viajeros románticos. ¿Por qué? Alguien podrá darnos más información al respecto.