FIESTA MATINAL DEL DEPORTE
Me gusta practicar un poco de deporte en las mañanas dominicales. Me encanta correr por la ribera del Ebro o pasear en bicicleta por los alrededores de la ciudad. Pero ayer fue un día especial: la carrera Carrefour cumplía sus 17 años y tanto a Javier como a mí - sobre todo a Javier - nos apetecía acudir a la cita. Y nuestra intención era realizar el recorrido más largo y más difícil: nueve kilómetros. La cita era a las diez de la mañana y ahí estábamos diez minutos antes realizando pequeños ejercicios de calentamiento, esperando nos tocara algún premio en el sorteo previo y aplaudiendo a nuestros atletas Eliseo Martín, María José Pueyo, Isabel Macías, Luisa Larraga,...
Llegó el pistoletazo del alcalde y tuvimos que abrirnos paso entre los más tranquilos - personas mayores, bebés, familias, grupos de amigos - para conseguir un buen ritmo. Al menos hasta el kilómetro tres. Allí empecé a desfallecer y Javier comenzó a tirar como una liebre. ¡Qué lejana se veía la Puerta del Carmen! ¡Qué largo se hacía el paseo de la Independencia! ¡Cuánto costaba cruzar el Ebro por el puente de Santiago! Ya en la plaza del Pilar, Javier se despegó y se lanzó hacia un récord excelente para sus doce años: ¡43 minutos y medio! Yo me tuve que contentar con los 50 minutos. Eso sí, casi no había entrenado y los años no pasan en balde. De todos modos, llegué bastante entero y hoy no ha sido el lunes temible que me imaginaba.
Fiesta deportiva en un día gris, de agradable temperatura. Una buena manera de conocer el centro de la ciudad. Y de contemplar el río, que ha vuelto a su cauce habitual y se presentaba lleno de contrastes. El Ebro urbano del que habla Mariano Gistaín en su sección del "Periódico de Aragón" de hoy. Una manera de ver la ciudad de otra manera: a través de los ojos del esfuerzo, del cansancio y de la solidaridad, que nunca es competitiva.
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mia -