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josemarco

TIEMPO DE ESPERA

TIEMPO DE ESPERA

     Tiempo de espera en esta mañana de domingo, casi otoñal, con una agradable temperatura y con la lluvia cayendo suavemente sobre la ciudad adormecida. Tiempo de espera para que los nuevos alcaldes de las localidades aragonesas maduren sus nuevos proyectos y preparen su equipo de gobierno - ¡qué lástima lo de Lucía Gómez en Teruel y lo de Ana Cristina Vera en Tarazona, dos buenas alcaldesas que, por supuestos pactos entre partidos o por dudosas disciplinas, se hayan quedado en el camino -. Tiempo de espera para los estudiantes de primaria y secundaria, que sueñan ya en las cercanas vacaciones y en lograr unas holgadas calificaciones al finalizar el curso. Tiempo de espera para los aficionados al fútbol: unos sueñan con la liga, otros con la UEFA y otros con permanecer un año más en primera división. Tiempo de espera para un inminente verano, que no acaba de llegar, para alegría de algunos y desconsuelo de otros.

      La vida se convierte en un tiempo de espera casi permanente, en un buzón de ilusiones perdidas, en un hervidero de planes, proyectos o pretensiones. La vida sólo se entiende desde la incertidumbre de cada minuto, desde el mirador de un presente hecho futuro, desde la atalaya de la anticipación. La vida es, en ocasiones, una mirada furtiva a los relojes, a los calendarios, a las agendas. Porque el presente nos agobia, nos quema, ralentiza la existencia. Y uno quiere vivir hacia adelante, apropiarse del próximo minuto, huir de lo efímero. Aunque sepa que el futuro seguirá el mismo camino de caducidad. Por eso es mejor esperar, ilusionarse, soñar despierto.

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