NUEVA VUELTA AL PASADO
El Papa Benedicto XVI acaba de celebrar los dos años de su mandato. Un mandato sin pena ni gloria. Su labor está pasando inadvertida y, al parecer, va a ser un pontífice de transición. Sin embargo, quiere dejar una huella para la posteridad. Acaba de publicar un decreto motu proprio mediante el cual autoriza la celebración de la misa en latín, siempre que un grupo de fieles lo solicite. Además, anima a los obispos a apoyar y a poner en práctica esta medida.
¿Es posible?, se preguntan muchos católicos y no católicos. Sí. No es ninguna noticia falsa, ni ninguna inocentada. La misa en latín, abandonada por la iglesia después del Concilio Vaticano II, llegará a algunas iglesias, para satisfacción de los creyentes más tradicionalistas. Las interpretaciones pueden ser distintas y muy dispares. Pero, lo que está claro, es que estamos ante un gesto más de vuelta al pasado sin paliativos. A este paso, pronto se podrá decir la misa de espaldas a los fieles, pronto se podrá predicar desde el púlpito y pronto se aconsejará el velo para las mujeres y la separación en la iglesia entre hombres y mujeres.
Aún recuerdo la misa en latín en mi primera infancia. No son recuerdos muy buenos. Eran celebraciones abrurridas, tristes y rutinarias. Al parecer, se quiere volver a la iglesia de mitad del siglo pasado. Una iglesia que ya habíamos olvidado. ¿Se trata de una nueva Contrarreforma? A ver si el Papa reacciona y da marcha atrás. O los mismos fieles, que son los que tienen la palabra.
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