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josemarco

ECUADOR DEL VERANO

ECUADOR DEL VERANO

     Siempre he considerado el último día de julio como la fecha que marca el ecuador del verano. Aunque, en mis tiempos de estudiante, agosto ya señalaba el momento de abandonar el pueblo, dejar la familia y volver al internado. Creo que las vacaciones no eran tan largas y dilatadas como ahora. Hoy día, los niños y adolescentes disponen de casi tres meses de asueto. Tienen tiempo para todo: para divertirse con los amigos, para ir unos días de campamentos, para desplazarse al pueblo en fiestas o para aburrirse en los portales con el teléfono móvil en la mano. Son pocos los que aprovechan para perfeccionar un idioma, potenciar la lectura o realizar algún viaje cultural.

     Agosto siempre ha sido, sin embargo, el mes más esperado. Y un mes de contrastes, por muchos motivos. La mayoría de los españoles eligen estas fechas para sus vacaciones. Y hasta las ciudades se vuelven más tranquilas y más acogedoras. Las playas están atestadas y muchos prefieren desplazarse a un lugar tranquilo en la montaña o en el interior. Otros eligen viajes fuera de España. Pero algunos tienen que volver a trabajar después de finalizar sus vacaciones. Su único consuelo es soñar, desde el lunes, en el próximo fin de semana.

     Durante este mes que va a comenzar, prefiero la montaña a la playa, la tranquilidad del pueblo al ajetreo de las costas, las carreteras secundarias a las autovías, los caminos de herradura a las rutas del asfalto, un buen libro a una  buena película, una partida de guiñote a una de futbolín, un recorrido en bicicleta o caminando a la ruidosa moto o el cómodo utilitario, el aire fresco del amanecer a los mediodías implacables, las noches de charla con los vecinos a las juergas interminables. Aunque es verdad que todo se puede compaginar y que un día de asueto ofrece múltiples posibilidades. Lo peor es que con agosto comienza de nuevo la cuenta atrás. Es ley de vida. Y septiembre nos espera agazapado a la vuelta de la esquina.

1 comentario

Joherg -

Bello paisaje de Aliaga, como todos los del Maestrazgo, lugar que respira calma y nos invita al recogimiento interior, especialmente en las noches de estío cuando nos enfrentamos en soledad a la naturaleza desnuda...