HÁBITOS ALIMENTICIOS SALUDABLES
Día a día podemos comprobar cómo los niños y adolescentes se atiborran de todo tipo de chucherías y eligen para sus desayunos o meriendas productos de bollería industrial barata. La obesidad está a la orden del día y el colesterol se detecta cada vez a edades más tempranas. Nos ha llegado, por fin, la moda alimenticia americana. No podía ser de otra manera. Imitamos en todo a los Estados Unidos. Pero nos quedamos, especialmente, con lo negativo. Esperemos no nos llegue la costumbre de llevar armas encima y utilizarlas para apuntar a todo el que se ponga por delante.
En la otra cara de la moneda se sitúan las adolescentes. Quieren adelgazar como sea. Sacrifican todo por ese erróneo culto al cuerpo. Y no se trata de echar la culpa a las pasarelas de moda, pero el espejo donde se miran muchas jóvenes es ahí, en las modelos casi anoréxicas que presumen de belleza. Yo diría que algunas son como maniquíes casi esqueléticos. Si las viéramos sin maquillar, quizás nos asustaríamos. Parece que hoy día sólo triunfa la delgadez. Y eso es una pesada carga para nuestras niñas y adolescentes. No quieren comer. Cualquier pequeño tentempié les llena y, en ocasiones, prefieren devolver cuanto antes lo que acaba de llegar al estómago.
Son las dos caras del dios Jano. Es el fruto de una sociedad consumista y excesivamente preocupada por la estética corporal. Y la estética no va siempre asociada a la salud. Ni mucho menos. Pero la publicidad tiene mucho poder. Y los niños imitan lo que ven y se comportan de manera mimética. Lo peor de todo es que en algunos comedores escolares tampoco se respete esta dieta. O que en algunos centros educativos haya máquinas con todo tipo de productos. Habría que seleccionar esos productos y contribuir a que los alumnos sepan distinguir entre la comida basura y la alimentación saludable. Aunque, eso sí, los padres son los que tienen la primera y la última palabra.
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