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josemarco

TRINCHERAS URBANAS

TRINCHERAS URBANAS

     Cuando regresas a la ciudad, después de un mes de paréntesis estival, sueñas con encontrarte un entorno distinto al que dejaste a finales de julio. Pero, lamentablemente, no ha sido así. El Plan de Inversión Local continúa dejando a muchas calles patas arriba. El tráfico se complica, un olor nauseabundo recorre algunas avenidas y los ciudadanos de a pie echan mano de la paciencia y de la imaginación para acceder a sus lugares habituales.

     El problema se acrecienta si uno se acerca a los aledaños de la plaza del Portillo. Las aceras que lindan con el coso de la Misericordia están valladas porque hace dos días se desprendió un tejadillo de la azotea de la plaza y, milagrosamente, no dio de lleno con ningún viandante. Mucho tendrá que hacer la Diputación Provincial para solucionar este desaguisado. Uno más entre tantos. Cerca de la plaza, las obras del museo Pablo Serrano continúan a cámara lenta. Y, eso sí, como no todo es negativo, el colegio Joaquín Costa luce ya su nueva cara, después de una acertada restauración.

     Es de esperar que, con la llegada del otoño, se vayan adecentando calles y avenidas y el ciudadano transite sin sobresaltos debajo de tejados, balcones y cornisas. Es de esperar que la tan temida gripe A no se agudice. Es de esperar que el paso no vaya a más. Es de esperar que la ciudad no siga pareciendo una trinchera pacífica. Pero esto último resultará difícil porque ya van a comenzar las obras del futuro tranvía. ¿Cómo nos desplazaremos al hospital Miguel Servet? ¿Cómo iremos a la Romareda? El tiempo lo dirá. Y las cabezas pensantes.

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