Blogia
josemarco

LETARGO INVERNAL

LETARGO INVERNAL

     Silencio y soledad a orillas del Guadalope. Silencio y soledad en Aliaga. Las riberas conservan todavía a duras penas el color verdeamarillo de la hierba, castigada por un invierno húmedo y desapacible. La naturaleza comienza a desperezarse en estos días de marzo previos al inicio oficial de la nueva estación. Aunque por estos valles, la primavera se asemeja más a la primavera soriana de Machado y se resiste a levantar el vuelo. El letargo invernal se prolonga, casi siempre, hasta principios de mayo.

    Pero las huertas parecen tener otro color, otra fisonomía, otra mirada. Es la sonrisa secreta del paisaje la que hechiza al viajero que se detiene con su cámara digital para inmortalizar ese instante fugaz y efímero como la vida misma. Mientras tanto, el río, aparentemente ajeno a las estaciones y a las luces y sombras, se desliza sin tregua hacia otros parajes menos agrestes, menos invernales, menos solitarios.

    Silencio y soledad en el valle del Guadalope. Silencio y soledad en la comarca de las Cuencas Mineras. Los pueblos todavía están semivacíos. Las calles muestran su imagen más melancólica. A lo lejos, las luces de un pequeño caserío. Sólo vive un pastor. Se retira con la luz del día y prepara en el fuego del hogar un hervido que le alivie de los fríos de estas sierras turolenses. Más adelante, la chimenea de la térmica de Escucha y, poco después, el torreón del castillo de Hoz de la Vieja. Caravana de coches que regresan a la gran ciudad. Ha quedado atrás la huella del invierno y el sueño de una esperada primavera.

1 comentario

Luis Antonio -

Aliaga y su entorno siempre te inspiran estupendos y sentidos textos, José Mª.

Un abrazo