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josemarco

UN MUNDO QUE AGONIZA

UN MUNDO QUE AGONIZA

     El reciente fallecimiento del escritor vallisoletano Miguel Delibes coincide con la celebración del Año Internacional de la Biodiversidad y con el trigésimo aniversario de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente. Delibes manifestó en casi todas sus obras su honda preocupación por la Naturaleza y su oposición a los "culatazos" del progreso, al consumismo compulsivo y al desarrollismo irracional.

     He releído durante estos días un breve texto - que oscila entre la novela y el ensayo - que publicó Miguel en 1979, como fruto de su discurso de ingreso en la Real Academia Española de la Lengua. Su título, Un mundo que agoniza, es elocuente y quizás se nos antoje pesimista y hasta catastrofista. El escritor vallisoletano habla en diez sugerentes capítulos de las consecuencias del progreso y la industrialización para el futuro del Planeta. Sus reflexiones son realistas y se basan en su experiencia personal y en las opiniones de numerosos expertos, de las que se hace eco.

     El prefacio de este libro - con el epígrafe Mi credo - sintetiza unas ideas que, treinta años después, son todavía más actuales y reclaman actuaciones más urgentes y contundentes. Espigo algunas de estas reflexiones para compartirlas con aquellos que tenéis inquietudes similares:

     . Llegará un día en que la naturaleza sea sacrificada a la tecnología.

     . El verdadero progresismo no estriba en un desarrollo ilimitado y competitivo, ni en fabricar cada día más cosas, ni en inventar necesidades al hombre, ni en destruir la Naturaleza, ni en sostener a un tercio de la Humanidad en el delirio del despilfarro mientras otros dos tercios se mueren de hambre, sino en racionalizar la utilización de la técnica, facilitar el acceso de toda la comunidad a lo  necesario, revitalizar los valores humanos, hoy en crisis y establecer las relaciones Hombre-Naturaleza en un plano de concordia.

     . El hombre, arrullado en su confortabilidad, apenas se preocupa del entorno. Todo progreso, todo impulso hacia adelante comporta un retroceso, un paso atrás.

     . Al teocentrismo medieval y al antropocentrismo renacentista ha sucedido un objeto-centrismo que, al eliminar todo sentido de elevación en el hombre le ha hecho caer en la abyección y en la egolatría.

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