DESDE EL FONDO DEL BANQUILLO (11)
Noche de fútbol en la Romareda. Ambiente de gala en las gradas para recibir al campeón y al colíder de la liga. Aficiones de ambos equipos animando sin cesar media hora antes del inicio del encuentro. Prolegómenos de emoción y de incertidumbre. Espectadoras jóvenes con su cámara de foto en ristre piropeando a Messi o a Bojan durante el calentamiento. Bufandas del zaragoza. Camisetas del Barcelona y algún aficionado con las dos indumentarias a la vez. ¡Ver para creer!
El partido iba discurriendo más o menos según lo previsto. Aunque nadie esperaba que nada más empezar un error de la zaga local regalaba el primer gol al Barcelona. Luego vino la lucha en el centro del campo, los frustrados contraataques, los marcajes al hombre, los ¡ay! del público. Hasta que, ya avanzada la segunda parte, volvió a aparecer Messi, el mejor sobre el campo y el jugador del mundo más en forma. Parece que estaba eclipsado, como si se doliera de su flemón. Pero en dos jugadas magistrales volvió a marcar y dejó un cero a tres que parecía inamovible. Aunque no fue así. La entrada de Adrián Colunga dio otro aire al Zaragoza que se acercó peligrosamente al empate. Pero la ilusión duró al menos un minuto. Hasta que apareció de nuevo ese extraterrestre del fútbol y provocó un penalty irremediable. Fue la noche de Messi. A todos nos gustaría tener a alguien como él en nuestro equipo.
Son muchas las lecturas que se pueden hacer de este encuentro, independientemente de un resultado más que previsible. Que el Zaragoza tiene mimbres para mantenerse en Primera División - ¿Por qué no jugó así en El Sardinero? -, que Ander Herrera es el motor y la cabeza de este equipo, que Adrián Colunga se merece más minutos en el campo, que la defensa ha mejorado auque Diogo no es ni la sombra del que era, que habrá que luchar - y mucho - para no perder la categoría. Porque la liga del Zaragoza comienza el miércoles en Almería. ¿Saldrán tan motivados como ayer? Eso esperamos.
Y un último detalle: que las aficiones están para animar. No están para insultar ni para descalificar ni para mezclar la política con el deporte. Es una pena que esto ocurra cuando nos visitan determinados equipos. Pero, al parecer, algunos grupos no aprenden la lección. Menos mal que la mayoría de los espectadores les hacen caso omiso con una actitud digna y respetuosa.
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