EL EJE IMAGINARIO
Tengo entre mis manos el último poemario de la poeta andaluza Rosario Troncoso (Cádiz, 1978) Es el cuarto libro de poemas de esta docente que dirige además la revista literaria y cultural El ático de los gatos. Después de la publicación de los libros Huir de los domingos (Sevilla, 2006), Delirios y mareas (Publicaciones del Sur, 2008) y Juguetes de Dios (CVA Ediciones, 2009) Rosario nos regala una antología breve, sencilla, densa y muy sugerente.
Sorprende desde el principio la alteración del orden lógico de los poemas. La primera de las tres partes - Fin - nos sumerge en un mundo apocalíptico, confuso, carnavalesco y cercado por el halo de la muerte. La segunda parte - Ráfagas de luz - es un guiño a lo cotidiano y un gesto de complicidad a todos los poetas. Cierra el poemario un manojo de poemas dedicados al amor, a la familia y a las pequeñas ilusiones del día a día.
Para los que amamos la poesía sencilla pero profunda y transparente, esta antología nos reconcilia con la vida. La cadencia de los endecasílabos y heptasílabos nos invita a disfrutar con la lectura de unos poemas a flor de corazón, a flor de vida. Desde el primer momento, imágenes sorprendentes nos acercan a un mundo apocatíptico y escatológico. La LLuvia roja simboliza el abandono de la divinidad (Emergió de las aguas un dios herido). Un mundo desolado en el que La tierra, dolorida / regresa a los abismos primigenios) y un mundo agonizante, que sufre el acecho irremediable de la muerte (La muerte es apagar de golpe todas las luces). Lo carnavalesco se mezcla con la confusión de un Babel perpetuo y entonces surge, la desazón, el dolor y el cansancio vital (Si quisiéramos deshacer los pasos / caminaríamos sobre ceniza). Uno de los poemas que rompe esta cadencia y refleja la degradación de la enseñanza y la cada vea más ardua tarea del docente es Pupitres violentos: Alimañas acechantes / Sin presente ni futuro / me consumen la energía. El octosílabo diseña un romance agrio, espectral, como la realidad misma.
Este eje imaginario nos ofrece, sin embargo, unos oasis de luz y claridad. Son los poemas centrales que plasman el amor a la infancia, la metáfora solitaria del gato y la complicidad por los poetas y sus señas de identidad. En el poema El árbol de la infancia hay una evocación nostálgica de esos años felices e irrepetibles (Desear el regreso a la familia / Encadenarse al árbol de la infancia). En Poeta y en Pájaros de humo se respira soledad y aislamiento del falso mundo cultural (Y entre sílabas inútiles / te visten de silencios mercantiles) y se reviste de paradojas incendiarias (Los enfermos de lucidez: los poetas).
Los poemas que cierran esta jugosa antología retornan al inicio de la ilusión, a la experiencia del amor, al disfrute de los pequeños placeres cotidianos, al gozo de la maternidad, a la vida de pareja en casa, cual un locus amoenus. No podía cerrar esta breve reseña sin plasmar uno de los poemas más representativos de El Eje imaginario, tanto por su sencillez como por su hondura y aliento vital: A tu casa.
Quiero estar en tu casa.
Dejemos en la playa a los amigos.
Que nadie va a notar que ya no estamos.
El sol, fuera, tumbado sobre el faro.
Tu cuerpo, dentro. Mi boca, profunda.
Y me sube la marea a la cintura.
Vayamos a tu casa.
Dejemos en el mundo el equilibrio.
Que no hay nada más hermoso que caer,
ya deshechos como arena de duna
el uno sobre el otro, sin orillas.
(FOTOGRAFÍA: La poeta gaditana Rosario Troncoso)
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Magda -