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josemarco

TESTIGOS SILENCIOSOS

TESTIGOS SILENCIOSOS

    Paseaba Machado

     por la orilla del Duero

     hace ya casi un siglo.

     A su lado, Leonor,

     con su cara de niña

     con su mirada triste, soñadora.

     El rumor de las aguas

     de ese río fugaz y aserenado

     acompañaba entonces

     a dos enamorados.

     Los álamos, los olmos, las acacias,

     los chopos centenarios

     llenaban de esperanza

     la fugaz primavera

    de estas tierras sorianas.

     Hoy, hace ya cien años,

     todo un pueblo recuerda a aquel poeta,

     profesor y ensayista,

     que ha dejado una huella entre las gentes

     de los páramos altos de Castilla.

     Machado en la memoria,

     Machado en el recuerdo,

     desde el Duero fugaz por San Saturio,

     desde un olmo ya seco y descarnado,

     desde la soledad, desde el silencio,

     desde el paso sereno de la historia

     al borde de un camino blanco y terso.

      

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