NOVIEMBRE (I)
Con frecuencia nos dejamos llevar por las fechas, por los meses, por las estaciones. Y la verdad es que no deja de ser un tópico del que intento desembarazarme año tras año. Y, eso sí, cada año llega a su cita el mes de noviembre con su simbolismo otoñal, con los últimos frutos de la huerta, con el ocre y el amarillo engalanando el paisaje y con un reguero gris de infinita nostalgia.
Sin embargo, este mes de noviembre parece algo distinto. No sólo por el clima, que es más suave y apacible que otros años sino por el talante optimista que intento hacer mío cada día. No es fácil, pero es lo mejor. Como dice Luis Cernuda - el gran poeta andaluz de la Generación del 27 del que se conmemora el cincuenta aniversario de su muerte en el exilio mejicano - hay que mirar adelante como el peregrino, como Ulises, y no volver la vista atrás, aunque nos seduzcan los señuelos falsos del pasado.
El pasado fin de semana estuve en Aliaga, en Alcañiz y en La Fresneda. Durante tres días me embebí del paisaje otoñal que flanquea las orillas del Guadalope, del paisaje agreste de las inmediaciones de la capital del Bajo Aragón turolense y, sobre todo, del encanto histórico, arquitectónico y natural de La Fresneda, un pueblo desde el que pude contemplar la cuenca del Matarraña, los campos de olivos, de almendros, de vid y los pinares oscuros y misterios. Me encantó este pueblo cercano a la provincia de Tarragona y no muy lejos de la de Castellón. Me encontré con personas acogedoras, abiertas, hospitalarias y regresé a casa embebido de arte y de historia.
Peregrino
¿Volver? Vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.
Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Itaca que aguarde y sin Penélope.
Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.
Porque conocer lugares nuevos, pasear por sus empinadas calles, ascender a lo más alto y contemplar la amplitud del paisaje ensancha el alma y llena de alegría el corazón. Este es el talante del peregrino, del que tiene curiosidad intelectual, del que mira siempre hacia adelante. Como Cernuda, como León Felipe, como Ulises.
(Foto: Calle mayor de la Fresneda con la plaza del ayuntamiento al fondo)
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