ESCUELAS RURALES
Las escuelas rurales han jugado siempre un papel importante en la vida de los pueblos. Han sido un hervidero de cultura y un semillero de futuros licenciados y profesionales. Pero, lamentablemente, cada vez quedan menos colegios en los pueblos de la geografía aragonesa, especialmente en la provincia de Teruel. La última que va a cerrar sus puertas a finales de junio es la de Hinojosa de Jarque, un encantador pueblo de unos 150 habitantes, situado a orillas del río la Val y rodeado de originales esculturas al aire libre.
La escuela de Hinojosa se queda sólo con cuatro alumnos, que tendrán que desplazarse cada día a Cuevas de Almudén. Es una pena que poco a poco se vayan cerrando estos colegios. El goteo va a ser continuo en los últimos años, si no cambia la situación social y económica. Ya cerraron el curso pasado las escuelas de Orrios y Mezquita de Jarque. Y no sabemos qué ocurrirá en el futuro con la de Camarillas, que pertenece también al Centro Rural Agrupado Pablo Antonio Crespo de Aliaga.
Quedan muy lejanos los años sesenta del pasado siglo en los que las escuelas unitarias acogían decenas de niños y niñas. Los pueblos tenían vida, había más trabajo, y las calles se llenaban de jolgorio y alegría. Hoy casi todos los pueblos muestran la cara más oscura del silencio y la soledad. Los jóvenes tienen que ir a estudiar o a trabajar fuera, y sólo los jubilados pasean por las calles o juegan al guiñote en los bares o centros culturales.
Algo tendrán que hacer los políticos para que estos pueblos vuelvan a recuperar algo de vida. Aunque se me antoja que la situación es cada día más irreversible. Habrá que mirar con optimismo el futuro, a pesar de que los hechos no juegan ni mucho menos a favor de un mundo rural más equilibrado.
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