ECOS DEL VERANO
Algunos dicen que el verano no comienza hasta que empiezan los sanfermines; otros asocian el inicio del verano al Tour de Francia y muchos esperan ansiosos las rebajas que son como el pistoletazo de salida de este período estival. Precisamente ayer estuve el Puerto Venecia, el templo del consumo zaragozano. Las galerías comerciales eran un hervidero de gente y los coches ascendían ansiosos en búsqueda de un buen aparcamiento para bucear después en el maremágnum de productos textiles a bajo precio; eso sí, de poca calidad, casi de usar y tirar en algunos casos.
Me entristece contemplar este compulsivo afán consumista en tiempos de crisis. Me entristece esta dictadura del capitalismo, este engañoso predominio del tener sobre el ser. Por eso no pude soportar ese agobio y regresé a mi barrio donde las tiendas semivacías te acogen con una exquisita atención y un precio asequible. Los que no estaban en los grandes almacenes, se encontraban en las playas abarrotadas del Levante. Porque las calles de mi ciudad mostraban una imagen inusual: semivacías y casi desoladas. Sólo algunos ciudadanos veían desde las terrazas el partido verpertino del mundial. Un mundial descafeinado, un mundial sin la campeona del 2010, un mundial con mucha emoción cicatera y con poca calidad.
El verano avanza como una serpiente silenciosa y nos aporta efemérides que suelen pasar inavertidas o eclipsadas. Eso le ocurre a las fiestas del Ángel y de la Vaquilla de Teruel, que sólo se proyectan hacia Aragón y que no tienen el eco de los Sanfermines a nivel nacional e internacional. Algo similar le ocurre a la cultura, eclipsada en verano por el ruido de festivales al aire libre multitudinarios. Y lo mismo le sucede a la política, cada vez más confusa, convertida casi en un simulacro permanente.
Mi inicio del verano tuvo lugar en Aliaga el pasado sábado. La octava marcha senderista por este extenso y pintoresco término municipal nos acercó a Campos y nos aproximó a Cirujeda por caminos tortuosos, por senderos casi intransitables y por rincones agrestes. Fue una excelente jornada de convivencia, deporte al aire libre y amistad. Os dejo un testimonio gráfico de este particular inicio estival, al margen de las rebajas, del hervidero de las playas, de los entresijos de la política y de los agobios de la gran ciudad.
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