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josemarco

LUZ DE INVIERNO

LUZ DE INVIERNO

     Ya está aquí un nuevo año. Ya estamos en plena cuesta de enero. Poco a poco nos vamos desembarazando de los despojos otoñales y comenzamos a comprobar cómo, con timidez, el día vuelve a ganar terreno a la noche, la luz se filtra con cautela entre la oscuridad y el sol recupera poco a poco su verticalidad. Es verdad que aún faltan más de dos meses para el equinoccion primaveral, pero la luz matinal - cuando la niebla lo permite - apunta a un nuevo renacer lento, pausado, sereno.

     Hemos regresado de nuevo a la rutina semanal, a los fines de semana dilatados, a los lunes opacos, a los viernes esperanzadores. Hemos dejado atrás los fastos navideños, el exceso de dulces, la comida generosa y la bebida sin tasa. Y el cuerpo agradece de nuevo el ritmo cotidiano y el alimento más frugal.

     Las grandes ciudades han recuperado el pulso habitual y los pueblos se han vuelto a quedar casi vacíos. Van a ser unos meses largos y duros para muchos núcleos rurales. Hasta finales de marzo, con la Senana Santa, sólo alguna celebración como las albadas, el carnaval o el importado día de los enamorados van a animar un poco la soledad de los pueblos. Porque la mayoría elegimos el bullicio de la gran ciudad, el ajetreo de las calles, el hechizo de los comercios, la comodidad de los servicios básicos. Todo ello no deja de ser a veces una huida de la soledad, un refugio artificial en un paraíso que tampoco acaba de hacernos felices.

     De momento, habrá que disfrutar de esta luz invernal, de estas mañanas diáfanas y de un paisaje urbano que también tiene su encanto, auque se vista de gris y nos aleje cada vez más de un entorno natural limpio e incontaminado.


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