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LITERATURA

EL DÍA DE MAÑANA

EL DÍA DE MAÑANA

     La lectura de El día de mañana, última novela del escritor aragonés Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), ha supuesto para mí un viaje literario apasionante e inolvidable por esa Barcelona gris de los años cincuenta y sesenta y por esa ciudad convulsionada durante los últimos años del franquismo y los primeros compases de la transición democrática. El autor de El tiempo de las mujeres (2003) y Dientes de leche (2008) nos ofrece en este relato caleidoscópico un apasionante y vasto tapiz social de la España de la segunda mitad del siglo XX.

     En mi modesta opinión, la historia novelada de Justo Gil, un inmigrante, un antihéroe, que se sumerge progresivamente en un laberinto degradante y sobrecogedor, me recuerda al joven protagonista de La busca de Pío Baroja o al inolvidable Onofre Boubila de La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza. El procedimiento narrativo que utiliza Ignacio, que ya esbozó en El tiempo de las mujeres, nos recuerda a la mítica Ciudadano Kane. Ese punto de vista plural realza la verosimilitud de los hechos y enriquece la trama con otras historias paralelas surcadas por la pasión, el desamor, el engaño, la clandestinidad, o la penuria social y económica.

        Sin divagaciones, sin artificios explicativos, confiándolo todo a la escueta narración de hechos, Martínez de Pisón alcanza en algunos momentos una sutileza psicológica y una hondura que constituyen indicios inequívocos de la madurez creadora. Además, la lectura resulta ágil, con un estilo preciso, sin inútiles digresiones o retórica innecesaria. Desde las primeras páginas, el lector queda atrapado en un ambiente que, para los que conocemos la Barcelona de esos años, resulta creíble y muy cercano.

      El día de mañana podría considerarse como una de las grandes novelas de la transición. Martínez de Pisón acaba de recibir el Premio de las Letras Aragonesas 2011  y el Premio Ciutat de Barcelona 2012. Un reconocimiento a la trayectoria de este novelista que ya nos sorprendió positivamente con La ternura del dragón (1984) y que hizo gala de sus dotes de ensayista con Enterrar a los muertos (2005)

DESDE MI VENTANA

DESDE MI VENTANA

                                                    Desde mi ventana

                                    adivino el secreto de tus sueños

                                    y el latido fugaz de tu sonrisa

                                    ... mientras despierta el alba.

 

                                    Desde mi ventana

                                   me convierto en el cómplice secreto

                                   de tus dulces recuerdos.

                                   Recuerdos de vivencias infantiles,

                                   de amores olvidados,

                                   de viajes sin retorno,

                                   de un tiempo enmohecido.

 

                                   Desde este mirador privilegiado,

                                  cual un farero eterno,

                                  atisbo tu mirada, tus deseos,

                                  y noto que te alejas de mi vida

                                  y que tu amor elige rumbos nuevos.

 

                                  Pero, a pesar de todo,

                                 nunca voy a olvidar

                                 la huella de tu ausencia

                                 pues la luz me devuelve tu mirada

                                 más allá de la bruma del ocaso

                                 más allá de las sombras

                                 de este amor que se esfuma

                                 como caricia azul

                                 de la mañana.

                             

ILDEFONSO MANUEL GIL, UN GRAN POETA DEL SIGLO XX

ILDEFONSO MANUEL GIL, UN GRAN POETA DEL SIGLO XX

     Hace cien años vio la luz en la localidad aragonesa de Paniza - la misma que vio nacer a María Moliner - el polifacético escritor Ildefonso Manuel Gil. Su andadura literaria abarca casi todo el siglo XX y recorre casi todas las tendencias, desde las vanguardias hasta el existencialismo. Pero, como han afirmado algunos críticos, Ildefonso es el poeta de la autenticidad. Toda su poesía rezuma sentimientos universales como el amor, la naturaleza, la angustia, la esperanza o el paso inexorable del tiempo.

         He leído muchos poemas del que fuera director de la Institución Fernando el Católico, ensayista, profesor y novelista. De entre todos ellos he espigado este soneto amoroso en el que plasma magistralmente ese quevedesco sentimiento amoroso más allá del tiempo, más allá de la vida, más allá de la muerte. Es mi modesto homenaje a este escritor que sufrió durante su vida las vicisitudes de la guerra y del exilio.


                                                        Aniversario

                                   Cada día mi amor ha ido creciendo
                                   enriquecido en tanta confianza.
                                   Si clausuró su cuenta la esperanza,
                                   más de lo prometido va cumpliendo.

                                   La juventud se fue desvaneciendo
                                   y no el amor que día a día avanza
                                   hacia más perfección y más la alcanza
                                   cuando en el corazón va atardeciendo.

                                   Hay un triste placer, una hermosura
                                   que sosiega el vivir y lo engrandece
                                   viendo el tiempo en el rostro de la amada,

                                   cada arruga tornándola más pura,
                                   más bella en la medida que envejece,
                                   más amorosamente codiciada.

SPLEEN EN LA CIUDAD

SPLEEN EN LA CIUDAD

 Un amargo silencio

surca las avenidas

de esta ciudad herida por la niebla.

 La gente se apresura

con la nostalgia a cuestas

y camina sin rumbo

desafiando el paso estremecido

de un tiempo irreversible.

 El spleen invernal

- casi infernal a veces -

dibuja un perfil gris

en esos corazones solitarios

que esbozan una mueca

con sabor a sonrisa.

 A lo lejos se observa

un rumor de esperanza

y esboza su perfil agazapado

la luz de primavera

que oculta su frescor en las aceras.

TURRONES PARA SENDER

TURRONES PARA SENDER

     La poeta y traductora zaragozana Marta Fuembuena ha vuelto a poner a Ramón J. Sender en el lugar que se merece. Un lugar que ocupó durante la décadas de los 70 y 80 y que ahora parecía haber abandonado. Y lo ha hecho con la publicación de un libro que es una joya literaria, tanto en su forma como en su contenido. Tuve la oportunidad de asistir a la presentación de este ensayo literario en la librería El Pequeño Teatro de los Libros y he disfrutado con la lectura de esta obra que se centra en la estrecha relación que mantuvieron el abuelo de Marta, Eduardo Fuembuena y el escritor oscense.

     Siempre me ha atraído la prosa de Ramón J. Sender. En mis años de universitario en Barcelona tuve la suerte de leer casi todas las obras del escritor de Chalamera, editadas por Destino. Fue el resurgir de un escritor, silenciado y prohibido por la dictadura y olvidado de la crítica. Incluso estuve a punto de realizar una tesis sobre Sender y la muerte. Pero era algo tan ambicioso, que me desbordó. Por eso la lectura del libro de Marta ha vuelto a revivir en mí esa oculta querencia por el autor de obras como Réquiem por un campesino español o Crónica del alba. Además, he descubierto la faceta de Sender como articulista, como amigo de sus amigos y como enamorado de su tierra.

     En Turrones para Sender podemos encontrar un poco de todo: una excelente introducción de la autora en la que valora la ayuda inestimable de su padre para esta investigación, unas fotografías de Sender y su abuelo que se remontan a las dos visitas del novelista a España en 1974 y en 1976, un rico intercambio epistolar entre el director del periódico Aragón Expres y el escritor que reside en San Diegoun excelente artículo del crítico José Domingo Dueñas, una selección de artículos de Sender para este diario vespertino y unas selectas referencias biográficas. No se puede pedir más en tan pocas páginas.    

     Alguno se preguntará la razón del título. Marta lo explica muy bien al principio del libro: su abuelo Eduardo le enviaba a Sender cuando llegaban estas fechas unos turrones y dulces de la tierra para que los saboreara en el lejano San Diego. Una buena costumbre que dice mucho a favor de la estrecha relación entre ambos intelectuales. Aconsejo a los amantes de la literatura se lean este libro y lo regalen para esas Navidades. Y si va acompañado de algún dulce, mejor que mejor. 

LA LUZ SEPULTADA

LA LUZ SEPULTADA

     Desde 2009, Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) colabora como columnista en Heraldo de Aragón. Es una escritora de lujo, que rezuma cultura y nos contagia de su conocimiento de los clásicos y de su sabiduría intemporal. Esta doctora en Filología Clásica por las universidades de Zaragoza y Florencia publicó en 2010 un recopilatorio de sus columnas semanales, titulado El pasado que te espera. Y cada lunes nos sigue regalando a los lectores unas líneas que se convierten en trampolín privilegiado para reflexionar sobre la actualidad.

    El último regalo de Irene ha sido la escritura y publicación de su primera novela, La luz sepultada, que presentó el pasado mes en su ciudad natal. Es un relato denso, profundo, con un estilo conciso, penetrante. La prosa envolvente de Irene nos seduce desde las primeras líneas. La novela, que se sitúa en los días de verano anteriores al alzamiento militar contra la República, el 18 de julio de 1936, nos sumerge en un clima de incertidumbre, miedo y frustración. La intrahistoria de los Valbuena,  una familia zaragozana de clase media compuesta por Eduardo, funcionario de correos de ideas izquierdistas; Aurora, su esposa soñadora y ensimismada y su hija, Valentina, una adolescente inquieta que sufre en primera persona los trágicos acontecimientos de los primeros meses de la guerra civil en una ciudad de provincias tomada de inmediato por los rebeldes.

     La lectura de esta ópera prima de Irene Vallejo nos acerca a la vida cotidiana de una familia que ve cómo, casi de repente, desaparecen sus ilusiones, son sepultados sus sueños y la luz del mediodía se torna fúnebre y crepuscular. Es importante en el relato el entramado de personajes, la presencia del abuelo Vicente, militar retirado; las voces de los vecinos, el clima de sospecha. Y los silencios. Esos silencios de las noches estivales, rotos bruscamente por un disparo, una explosión o por el motor de un avión sobrevolando los tejados. Cada palabra, cada frase, cada reflexión de los personajes - especialmente de la joven Valentina - se clavan como cuchillos en el corazón del lector. Los días avanzan lentamente al principio y los acontecimientos se precipitan al final, dejando un inmenso vacío en esta familia, que representa a tantas familias con alguno de sus miembros encarcelado, represaliado o fusilado en la madrugada.

    Me ha encantado la novela. No sólo por su estilo y calidad literaria. Sino también por su excelente documentación, por el detallismo descriptivo, por la viveza de los diálogos, por las descripciones en prosa poética y, sobre todo, porque nos ayuda a ver el inicio de la contienda del 36 desde un punto de vista más humano, más sensible, más trágico y al margen de los tópicos. Esa luz que está omnipresente en todas las páginas simboliza, entre otras cosas, la esperanza frustrada, la libertad secuestrada y la crueldad de los comportamientos en tiempos de odios y venganzas. Es la luz que queda sepultada como esos trenes que llegaban a la antigua estación zaragozana del Sepulcro en esa España en blanco y negro, bajo el humo de la chimenea y la lucha cotidiana por sobrevivir.

    Eduardo representa una tercera España. Ni la de los vencedores ni la de los vencidos. Pero no puede evitar el final menos deseado. Su esposa, Aurora, y su hija, Valentina, intentarán rehacer su vida en ese octubre del 36, cuando lo peor todavía estaba por llegar. Plasmo la última secuencia de la novela, que nos sumerge en las reflexiones de Valentina. Un regalo para los amantes de la buena literatura.

            El goteo del miedo. Cerró los ojos con fuerza. Detrás de sus párpados, las imágenes se apagaron y le alcanzó la oscuridad. Dentro estaba, protegido por su cuerpo, el mundo que ella reconocía y, fuera, un espacio desfigurado, acechado por los fantasmas de una larga pesadilla. Pensó que a uno y otro lado de sus ojos, la realidad y el sueño habían intercambiado su lugar.

(FOTOGRAFÍA: Irene Vallejo en FNAC de Zaragoza) 

MACROPUENTE CULTURAL

MACROPUENTE CULTURAL

     Algunos lo llaman acueducto; otros, macropuente. Pero lo que está claro es que esta sucesión de días festivos discontinuos parece un simulacro del juego de la oca. Uno no sabe a qué atenerse cuando se levanta por la mañana. ¿Es lectivo? ¿Es festivo? Por eso he tomado la determinación de no romper mi ritmo de trabajo y de dar prioridad a lo cultural y literario. Y trabajo no me va a faltar. No sólo la corrección de exámenes o la preparación de las próximas pruebas de la primera evaluación. También tengo entre mis manos una serie de relatos breves y de microrrelatos sobre la Zaragoza antigua. Se trata de los trabajos presentados al XVI Concurso Literario Fernando Lalana 2011 organizado por la Junta Municipal del Casco Histórico de Zaragoza. Hay calidad literaria y mucha cultura.

   Y, hablando de cultura, no os perdáis la columna de Irene Vallejo en el Heraldo de Aragón de hoy. Se titula "Compartir" y habla de la amistad interesada - que es la más común - y de la auténtica - un bien muy escaso -. Cita para ello al fabulista Esopo y nos invita, una vez más, a valorar a los clásicos y hacer nuestras sus reflexiones y enseñanzas. Hoy he adquirido, precisamente El pasado que te espera, libro que recopila ochenta columnas de esta joven escritora zaragozana que acaba de publicar La luz sepultada, su primera novela.


      Volviendo al asunto de estos festivos discontinuos, se me ocurren unas sencillas cuestiones que me imagino muchos lectores compartirán: ¿Por qué no adelantar o retrasar un día estas efemérides? ¿Tanto problema sería celebrar este año el día de la Consitución el día 5, lunes? ¿Ocurriría algo si se pusieran de acuerdo la Iglesia y el Estado para desplazar al fiesta de la Inmaculada al día 9, viernes? Se hizo con el Corpus, se hizo con la Ascensión y no ocurrió absolutamente nada. Algo similar ocurre con la fiesta de la Epifanía o de los Reyes Magos - ¿por qué no el primer viernes de enero? - o de las celebraciones de Semana Santa. Todo se arreglaría con un poco de flexibilidad y con un mínimo de sentido común.
      Pero, de momento, nos contentaremos con lo que tenemos - que no es poco - y continuaremos con este soplo de aire fresco cultural y literario de los últimos días. Porque, además de la obra de Irene Vallejo, acabo de leer el excelente ensayo de Ismael Grasa, La flecha en el aire, para elaborar una reseña. Y tengo en lista de espera Mitología de Nueva York, Vanessa Montfort e Inés y la alegría, de Almudena Grandes. Un soplo cultural en esta semana atípica que nos brinda, eso sí, espacio para la cultura y para el ocio al aire libre. Pero eso lo dejaremos para el próximo fin de semana, o fin de macropuente.

CREMATORIO, UNA NOVELA SINGULAR

CREMATORIO, UNA NOVELA SINGULAR

    Gracias al grupo de lectura Garamond, he leído y comentado recientemente una de las mejores novelas del escritor valenciano Rafael Chirbes (Tavernes de la Valldigna, 1949). Crematorio - premio de la Crítica en 2007 - es mucho más que una novela en la que se llora la muerte del ideólogo Matías Bertomeu. Es un relato que nos acerca, a través de un selecto mosaico de personajes relacionados con el difunto, al desarrollismo urbanístico del Levante español durante las últimas décadas del siglo XX. A través del monólogo interior de Rubén - opulento constructor hermano de Matías - nos adentramos en el microcosmos de Misent, una ciudad costera del Levante venida a menos y amenazada por la cara más oscura del progreso. Una ciudad que podría ser Gandía, Benidorm o el mismo Tavernes. A medida que avanza el relato, se incorporan otros protagonistas: Silvia, la hija de Rubén, de ideas cercanas a su tío; Mónica, la última mujer de Rubén, caprichosa y antojadiza; Juan, el marido de Silvia, crítico que prepara una biografía de Federico Brouard, un escritor fracasado...

     Pero la lectura de Crematorio va mucho más allá del mero entramado argumental. El cambio de puntos de vista - con el excelente uso de la segunda persona - es muy acertado. Los ingredientes culturales: las referencias al cine, a la literatura, al arte,... La alternancia de expresiones coloquiales con un registro más culto, las sensaciones, los sabores, los olores, las metáforas, los símbolos... Todo ello unido a una crítica social contra el desarrollismo salvaje, a una reflexión agridulce sobre el ineludible paso del tiempo, sobre la caducidad, sobre la amenaza ineludible de la vejez o de la muerte.

    Tengo que reconocer, sin embargo, que la lectura de la novela de Chirbes no me ha resultado fácil. Pero los intercambios de opinión con mis compañeros del grupo de lectura me han abierto los ojos a este caleidoscopio narrativo que me ha recordado a Faulkner, a Proust o a Luis Martín Santos. Y me han dado a conocer a un autor que en sus novelas - La caída de Madrid, La larga marcha, La buena letra, Los viejos amigos - retratan los vaivenes y vicisitudes de la sociedad española de las últimas décadas del siglo XX.

     Adjunto un fragmento de la novela, extraído del blog de Enrique Ortiz, para que os animéis a conocer las obras de este autor y disfrutar con su lectura:

      "Hace milenios que se destruye esta tierra. No queda ni un rincón que no haya sido violado. Mira aquí mismo, dentro de Misent. No hay más que leer los periódicos. Durante una obra, destruyen una villa romana, destruyen un hamán almohade, una muralla califal, han destruido media docena de fonduks (al parecer, dicen los periódicos, ésta fue una ciudad comercial en el siglo XII: contactos con Alejandría, con Túnez, con Sicilia). Eso dicen los periódicos que hacemos los constructores. Como si el hamán o la muralla califal no hubieran destruido la muralla o el templo que los precedió. ¿Cuál es el estrato en el que reside la verdad?, ¿en cuál debería la humanidad haberse detenido para ser auténtica? El ruso, con su hiperactividad de insomne: esta mañana tenía los ojos pastosos, olía a alcohol, y a ese destilado agrio que deja en el sudor la cocaína, se notaba que aún no se había acostado. He pensado que seguramente sigue en sus tráficos con Guillén. Y también que capitalismo y cocaína tienen algo en común. Construcción y cocaína tienen mucho en común, además de algunas cuentas corrientes engordadas deprisa. La hiperactividad, el empeño por luchar contra el tiempo. Capitalismo y cocaína, este frenético no parar."

ALERTA BÉCQUER

ALERTA BÉCQUER

     ¿Os imagináis a dos jóvenes atravesando media España con los huesos del poeta romántico en el maletero de su coche? ¿Os imagináis una visita nocturna al Panteón de Sevillanos Ilustres, en la iglesia sevillana de la Anunciación para apoderarse de los restos de Gustavo Adolfo Bécquer? Todo esto y mucho más podemos encontrar en la última novela de Miguel Mena, Alerta Bécquer, presentada el pasado mes de junio en el recinto del Teatro Romano de Zaragoza.

     El autor de novelas como Bendita calamidad o Piedad, vuelve a las inmediaciones del Moncayo, ese "dios que ya no ampara", para ofrecernos una novela de aventuras, divertida e ingeniosa. Con un estilo ágil y una acertada ambientación espacio-temporal, este locutor de radio y colaborador de varios medios escritos nos sumerge en un relato itinerante que va desde la capital hispalense hasta el pequeño pueblo de Trasmoz, que visitó varias veces el poeta sevillano durante su estancia en Veruela.

      El robo de los restos del poeta por Eduardo y Óscar y su traslado a tierras del Moncayo son el hilo conductor de un relato en el que aparecen los medios de comunicación, un inspector a punto de jubilarse y  nos acercan a diversos ambientes que recrean la época medieval, entre ellos la capital turolense como marco ideal de una historia de amor con final trágico.

     Hay otros entresijos en la novela que vale la pena tener en cuenta: el amor de Eduardo por Dafne que motiva esta locura juvenil; el recorrido por La Mancha, por Cuenca y por tierras aragonesas; la pareja de protagonistas -trasuntos de don Quijote y Sancho; los guiños a Edgar Allan Poe; la alusión a Bigas Luna; la evocación de Alerta OVNI, un programa televisivo de los años 70...

     Una novela que están leyendo con mucho interés jóvenes y adultos. Una manera distinta de acercarse al autor de las Rimas y de las Cartas desde mi celda, un relato inspirado en hechos reales - robo del cráneo del Papa Luna hace unos diez años y pérdida del cráneo de los restos de Goya en Burdeos, en el siglo XIX -. Con esta novela Miguel Mena recupera el estilo y el tono jocoso de Bendita Calamidad y nos devuelve a un Bécquer más cercano, más del siglo XXI.

LA VOZ DEL TIEMPO

LA VOZ DEL TIEMPO

     Tengo entre mis manos un poemario exquisito, personal, de una delicadeza conmovedora. Son adjetivos que la escritora Espido Freire ha escrito en la faja del libro de fotografías y poesía, titulado La voz del tiempo.

     Julia Moreno es una escritora madrileña, aunque reside en Cartagena desde hace más de diez años. Ha compaginado la poesía con la imagen y en ambas disciplinas ha obtenido premios importantes y ha realizado exposiciones individuales y colectivas.

     En La voz del tiempo Julia nos regala 49 fotografías personales – fruto de sus viajes por varios países de Europa y por muchas ciudades y pueblos de España – acompañadas de 49 poemas desnudos, profundos, despojados de artificio, sugerentes, vitales. La simbiosis entre lo visual y lo poético es total. No se puede leer un poema sin deleitarse en la contemplación de un paisaje, de un edificio o de un objeto preñado de simbolismo.

     Tal como afirma la autora en una dedicatoria con su puño y letra, cada uno de los versos trata de robar la magia de cada instante, de “dejarse llevar por la voz del tiempo”. Una voz que se multiplica, que se metamorfosea como un rico caleidoscopio, una VOZ ROTA (“Dentro de mi soledad desordenada , hay un pequeño rincón donde siempre voy a encontrarme”), una voz HUIDA (“Descubriste mis alas de sal…y ahora eres ola furiosa ávida de abrazos”), una VOZ CERCANA (“Nacen flores negras de un rojo corazón libre, pero sin alas”), una VOZ PERDIDA (“La multitud es una soledad tan infinita / que no te reconoces la mirada”), una VOZ QUE GRITA (“Sigo buscando esquinas para huir./ Definitivamente tu corazón es redondo”), una VOZ QUE ABRAZA (“Así que decidí disfrutar cada paso, cada instante / como si del último se tratara…), una VOZ QUE GUÍA (“He aprendido a que tal vez lo importante no es dónde vas, / sino disfrutar de cada instante en el viaje, corto o largo”).

       He disfrutado con la lectura y relectura de estos poemas de Julia Moreno. Y a través de las selectas imágenes, he viajado a Londres, a Lisboa, a Ámsterdam, a Estambul. He recordado mis fugaces estancias en Bilbao, en Cartagena, en Santander, en Madrid. Pero, sobre todo, he compartido el aliento poético de una poeta que despierta la sensibilidad ante los pequeños detalles que contempla como esa arpa dormida de la famosa rima de Bécquer. Un libro que ayuda a recuperar el pulso acelerado de las horas, que invita al sosiego, a los sueños de futuro, a un soplo de libertad, a un latido profundo del corazón, a una soledad enriquecida, a la utopía de una vida plena.

NOVELA NEGRA EN TERUEL

NOVELA NEGRA EN TERUEL

    Cualquier  lugar, cualquier época pueden ser  testigos silenciosos de un crimen, de un secuestro o de un delito de mayor o menor trascendencia. Y Teruel, la ciudad de los Amantes, esta capital pintoresca y hospitalaria, con ecos medievales y perfiles modernistas, se ha convertido durante la última semana de julio en un foro de debate, reflexión y creación colectiva sobre un tema cada día más actual como es la NOVELA NEGRA.

     Un grupo de alumnos, profesores y amantes de la literatura, procedentes de toda España, nos hemos reunido bajo la experta batuta de la escritora Espido Freire para desentrañar las claves de este subgénero narrativo que, aunque surgió con fuerza durante la tercera década del siglo pasado, tiene sus raíces hacia mediados del siglo XIX en los relatos del escritor norteamericano Edgar Allan Poe. En sus breves e ingeniosas narraciones, como en Los crímenes de la calle Morgue, se esbozan los ingredientes de una futura novela en la que, además de los rasgos propios de la novela policíaca y de misterio – investigación criminal, resolución de enigmas, casos sin resolver – predomina el peso de la actualidad, el realismo descarnado y una dosis importante de verosimilitud.

     En España el género cuajó décadas más tarde que en Estados Unidos e Inglaterra – que pueden considerarse las cunas de la novela negra -. Aunque en alguna novela de Camilo José Cela – como La familia de Pascual Duarte – ya se advierten rasgos propios del género, – lo que se llamó tremendismo en muchas narraciones de posguerra –, no fue hasta muy bien entrado el siglo XX cuando autores como Juan Madrid, Andreu Martín, Lorenzo Silva y Fernando Marías, comenzaron a cultivar un género que se alimentó también de la novela nórdica y no eludió la tradición picaresca y tremendista de la narrativa peninsular. Un género que convive con la actualidad, que linda con el policíaco, que se nutre de noticias de la prensa y que se hace eco de la vertiente más trágica del devenir cotidiano. Se dice con frecuencia que la realidad supera a la ficción. Y, en muchas ocasiones, por muy sórdidas que nos parezcan estas novelas, no llegan a alcanzar la crueldad de hechos tan impactantes como el reciente crimen de la aparentemente tranquila capital noruega.

         El Taller de Novela Negra se ha celebrado en la Universidad de Verano de Teruel – que ya va por su vigesimoséptima edición. Han sido cinco días en los que la literatura y el periodismo se han dado la mano. La presencia del escritor Fernando Marías nos abrió las puertas a otro tipo de novela en la que juegan un papel importante las nuevas tecnologías, y las palabras de Lorenzo Silva – que no pudo estar presente – nos perfilaron las líneas maestras de la novela negra americana, europea y española. El curso terminó con la elaboración colectiva de un crimen mediático que tuvo lugar en la ciudad de Teruel a finales de 2010. Una ciudad tranquila que se ha convertido durante cinco días en testigo silencioso de dos crímenes que todavía están sin resolver. Novela negra pura y vivero creativo para futuros creadores literarios.

 

      

 

 

 

   

LA MUJER ANOCHECÍA

LA MUJER ANOCHECÍA

     Tengo entre mis manos La mujer anochecía, último poemario de la poeta asturiana Ada Menéndez (Gijón, 1972). Ada presentó en el fórum Fnac de Zaragoza el pasado 7 de junio esta obra escueta, densa, profunda, casi visceral. Tuve la suerte de acompañarla en el acto y escuchar algunos de sus poemas. Tal como dice Óscar D’aniello en el Epílogo del libro: "Mujer arrebatadora, provocadora, sincera". Esa fue mi impresión cuando la saludé y esa ha sido mi impresión después de leer y releer sus poemas.

     Ada Menéndez es - afirma en el prólogo José Luis Piquero - "sufriente pero lúcida, pisoteada pero no vencida, ofendida pero orgullosa: desafiante". Este inconformismo se advierte desde los primeros poemas - SUEÑOS Y PESADILLAS de la mujer anochecía - hasta los que cierran el libro con un broche de ternura - LAS MUJERES ORTO de una mujer anochecía -. Inconformismo y rebeldía ante las situaciones absurdas de la vida en la gran ciudad: Godzilla arrancó de cuajo los puentes de los hombres... Hay un sorteo de aviones por la carretera de Burgos...Zombis en mi ciudad quieren morderme...

     El inconformismo se transforma a veces en una indagación en su propio yo, en un autorretrato poético de color grisáceo: Los poetas olemos a basura. O en rebeldía ante el hechizo engañoso del amor: Reniego a ser una amante pinchada sobre el corcho / de tu colección. Hay una cara oculta y otra cara desenfadada, preñada de tristes presagios: Se me estropea el cutis con los años las / decepciones el tiempo mal invertido / he presagiado un entierro donde nadie llora / donde yo descanso en paz y / se me afea el espíritu.

     Un espíritu que se tiñe de ternura en los tres últimos poemas, broche esperanzador y aspiración personal. Un homenaje a sus seres más queridos a los que admira y mitifica: Quiero ser tú como tú multiplicarme para llegar a ti. Emoción poética, desnudez retórica, espontaneidad, amor, desamor y un sinfín de sentimientos en ocasiones contradictorios, como la vida misma. Un libro para leer y releer durante los cálidos días estivales.

 

EL FINAL DEL AMOR

EL FINAL DEL AMOR

     Hace poco más de tres meses, leí con entusiasmo y comenté en este blog la impresión positiva que me produjo la novela Tiempo de vida del escritor madrileño Marcos Giralt Torrente. Acababa de descubrir - gracias al grupo de lectura Garamond - a un narrador con mayúscula, a un autor cuyas obras han sido acogidas con un aplauso unánime tanto por los lectores como por la crítica.

     Y hace poco más de dos semanas tuve la oportunidad de asistir en Zaragoza a la presentación de su último libro de relatos, El final del amor, en la librería Portadores de Sueños. Una obra que me dedicó el autor y que ha obtenido el Premio Internacional Narrativa Breve Ribera del Duero. Una obra editada por Páginas de Espuma, que consta de cuatro cuentos o relatos breves. Cada uno de ellos nos sumerge en una ambiente distinto. Pero en todos ellos predomina la emoción, la incertidumbre, el recuerdo y todas aquellas circunstancias que atenazan o alteran la vida aparentemente tranquila de una pareja o núcleo familiar.

     Este fin de semana he disfrutado con la lectura de estos cuentos que ofrecen al lector todos los ingredientes propios de un relato breve. El primero de ellos - Nos rodeaban palmeras - nos traslada a una isla exótica del sudeste africano en la que una pareja experimenta sensaciones nuevas, soledad compartida y un miedo incomprensible: El cobertizo, donde la noche anterior nos había recibido el jefe de la aldea cenando en compañía de su amigo, estaba cerrado. Llamamos, pero nadie abrió. En el segundo relato - Cautivos - la narración evocadora en primera persona arranca en una cena de Nochebuena y culmina con un final trágico y misterioso en el que el amor confluye con la soledad y con la indiferencia: Al fondo de la noche, la frágil luz en la ventana de Guillermo titilaba como la linterna de una chalupa en la oscuridad del mar.

     El tercer y cuarto relato tienen en común a dos protagonistas adolescentes, acuciados por problemas familiares e inmersos en una adolescencia controvertida y paradójica. En Joanna el amor nunca dejó de crecer, a pesar de las ausencias y prohibiciones de un entorno familiar y social anclado en el pasado. El inicio del relato es reflexivo y profundo: Es curioso que la vida nos ofrezca un número indeterminado de alternativas a cada momento, que constantemente tomemos decisiones que nos modifican, cogiendo unos trenes y desechando otros, y que sin embargo la mayor parte de los adultos, cuando echamos la vista atrás, nos recordemos de niños sustancialmente iguales a como somos hoy. El relato que cierra el libro - Última gota fría - es el que más me ha impresionado y el que más me ha recordado a la novela Tiempo de vida. El protagonista se remonta a principios de los años ochenta y presenta la nueva relación amorosa de su madre y el progresivo distanciamiento de la figura paterna, siempre omnipresente. La tormentosa relación de su madre con su nueva pareja, el desconcierto del muchado de catorce años reaparecen veinticinco años después con interrogantes sin resolver y misterios inquietantes: Agosto de 1983 había empezado en el norte con la misma incertidumbre de otros años acerca de los días de playa que depararía y  terminó en catástrofe.

     Marcos Giralt ha vuelto a demostrar con El final del amor que es un maestro del relato breve, que sabe crear atmósferas cargadas de emoción, que transforma lo aparentemente cotidinano en algo sublime, irreal y, en ocasiones, onírico.

    

REVELADO POÉTICO

REVELADO POÉTICO

     "Todos parecemos más fuertes en las fotografías". Este es el subtítulo de Polaroid, último poemario de la poeta y periodista aragonesa Carmen Ruiz Fleta, publicado por Olifante. Es el cuarto libro de poemas de una escritora que cada vez nos sorprende más por la fuerza interior de sus versos, por la autenticidad de sus palabras y por una sinceridad a flor de piel. Desde su primera publicación Música para perros (2006) hasta esta última, pasando por Cinco días de agosto (2008) y Mapas y disfraces (2010), Carmen va diseñando un mapa poético cada vez más rico en matices, con más fuerza rítmica y con una visión del mundo y de la vida rabiosamente original.

     Los 52 poemas que componen esta antología sugieren una variopinta gama de sensaciones que van del amor al desamor, de la apariencia a la realidad, de la desnudez interior a los oropeles del vestido y del maquillaje, de la luz a la oscuridad, del ser al estar, de la placidez al desasosiego, de la vida a la muerte. Ya el primer poema sirve de pórtico al resto de las composiciones: Escribiendo desnuda lo que callo vestida. / Así me vengo de las tardes de agosto. Esta propuesta poética se complementa con los versos que cierran el último poema: Y también sé / que no importan mis palabras / porque me vais a aplaudir igual. / Voy desnuda, pero todos alabáis mi vestido.

     Y es que llega un momento en que las palabras no importan - Todas las palabras se equivocan -. A veces sólo subsiste el halo del recuerdo - Me recordaré torpe estrenando las calles - o la fragilidad de la memoria - Ahora que se escurre la memoria / no sé recogerla. Una fragilidad que se revela en un cuerpo voluble, heredado e inconsistente: Si tan hábil eres, / toma este cuerpo heredado / a ver si me encuentras en él. Poesía como búsqueda, poesía como ensoñación, poesía como un revelado interior en el que las fotografías son sólo una imagen aparente y efímera de algo que bulle en nuestro interior: Me canso de este contenedor de miedos / llamado cuerpo. Quiero ser un cuerpo amable / amablemente desnudo o desangrado. Por ello, la poeta dialoga consigo misma o con un tú amoroso y pasional para huir de esa cruda realidad cotidiana latente en los vericuetos de la ciudad: Este viento nocturno que silva arrullos / a los pies de las madrigueras urbanas / malolientes. Y reclama una metamorfosis - Todos necesitamos cambios - para buscar esa luz liberadora, para encaramarse a lo más alto, para huir de la monotonía gris de lo cotidiano: Empiezo a oler a agua estancada / a instante detenido demasiado tiempo.

     La lectura y relectura de los poemas de Polaroid - metáfora de un momento salvado - me ha permitido a una poeta que camina hacia la madurez expresiva. Sus versos son un vaivén de sensaciones y vivencias que llegan en ocasiones a estremecer al lector y a contagiarnos de una serie de sentimientos paradójicos y contradictorios, como la vida misma.

    

LA NOCHE MÁS OSCURA

LA NOCHE MÁS OSCURA

     Acabo de leer la última novela de la escritora zaragozana Ana Alcolea. Con el título La noche más oscura, Ana nos acerca a un lugar solitario y peculiar del norte de Noruega dominado por un faro sobre el que se entremezclan como en un mágico laberinto historias del pasado y vivencias del presente.

     Con esta novela, la narradora aragonesa ha ganado el VIII Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil. Fue en Anaya donde Ana comenzó su carrera literaria con aquella excelente novela El medallón perdido (2001) que ha cautivado a cientos de adolescentes y que ya va por su decimosexta edición.

     En La noche más oscura la autora retoma el escenario de otro de sus inolvidables relatos: Donde aprenden a volar las gaviotas (2007). Tanto en una como en otra nos acerca a través de tres caminos distintos: la experiencia personal, los sueños de la protagonista - la adolescente Valeria - y los documentos guardados en las vitrinas de un almacén convertido en museo de la guerra. Pero la novela va mucho más allá de la historia de una breve estancia en un faro abandonado en el país nórdico. Con una prosa ágil, precisa e incisiva, Ana Alcolea nos invita a sumergirnos en una atmósfera de inquietud, de incertidumbre y de trágicas premoniciones. El entorno es realista y las vivencias de Mercedes y su hija adoptada Valeria son aparentemente intranscendentes. Pero el ritmo narrativo se ralentiza de vez en cuando y nos ofrece reflexiones sobre las consecuencias trágicas de la Segunda Guerra Mundial, sobre las ambivalencias del amor, sobre los efectos balsámicos de un paisaje casi idílico, sobre el significado profundo de los sueños, sobre la soledad, sobre los primeros idilios de la adolescencia y sobre otros motivos tan humanos como la vida misma.
         La autora, casada con un profesor noruego, suele pasar dos meses en Trondheim, un lugar en el que se ha inspirado para escribir su última novela. En La noche más oscura hay una atmósfera similar a la película de Bergman "Fanny y Alexander". Pero, tal como afirma Ana, "He titulado La noche más oscura porque quizás haya un homenaje a San Juan de la Cruz. En mi novela también hay ráfagas de claridad, de iluminación, fuegos, como sucede en la poesía del místico español".

     He disfrutado con la lectura de esta novela que, aunque va dirigida a un público juvenil, ofrece a los adultos un estilo depurado, unas incursiones históricas bien documentadas y un acertado maridaje entre la realidad y la ficción. La silueta inconfundible del faro misterioso y los nombres de Mercedes, Valeria, William, Lars, Ernest Nilsen y, sobre todo, del soldado Nicolaj Dubrowski quedarán siempre en mi memoria.

RECUPERAR LA MEMORIA

RECUPERAR LA MEMORIA

      La lectura de Dime quién soy, última novela de la escritora y periodista Julia Navarro, me ha sumergido en el mundo convulso del siglo XX, un mundo de vaivenes políticos, de ideologías engañosas y, sobre todo, un mundo preñado de misterio, amor, tragedia, soledad y lucha por la vida. Después de la exitosa trilogía La hermandad de la sábana santa, La Biblia de barro y La sangre de los inocentes, la escritora madrileña nos ha regalado una novela densa, profunda y muy bien documentada.

    El periodista Guillermo Albí, nos adentra en la azarosa vida de su bisabuela, Amelia Garayoa, que surge desde las sombras en los últimos meses de la segunda República española y comienza una vida llena de avatares que se prolongará hasta los últimos años del siglo XX con el hito simbólico de la caída del muro de Berlín en 1989. La joven Amelia decide romper con su pasado burgués y comienza un camino sin retorno como luchadora por las libertades y como enemiga de todo atisbo de totalitarismo.

     La ruptura de Amelia con su pasado es total. No sólo abandona a su marido Santiago, militante de la izquierda republicana, sino que se aleja casi definitivamente de su familia, en especial de su hijo Javier. El itinerario vital de la joven protagonista la lleva primero a la Rusia de Stalin y después a la Alemania de Hitler y a la Italia de Mussolini. Casi milagrosamente logra sobrevivir de todos estos infiernos, aunque la huella de las heridas del totalitarismo y de los fracasos amorosos quedará indeleble para siempre en su cuerpo y en su espíritu. 

     La novela es densa, profunda pero, tal vez, demasiado larga. Tan dilatada como la vida de su protagonista que, ya nonagenaria y atenazada por una enfermedad mental, no logra valorar y apreciar el fruto de las investigaciones de su biznieto. De todos modos, me ha convencido esa prosa sinuosa, atrevida y llena de vaivenes emocionales e históricos. Y me ha ayudado a reflexionar sobre esa Europa del siglo XX que desde el triunfo de la revolución rusa, en 1917, hasta la caída del muro de Berlín, en 1989, camina paralela al itinerario vital de Amelia, inquieta heroína, decicida luchadora por la justicia y espía al servicio de la libertad.

NUEVO POEMARIO DE OLGA BERNAD

NUEVO POEMARIO DE OLGA BERNAD

     La poeta aragonesa Olga Bernad (Zaragoza, 1969) acaba de presentar su nuevo poemario Nostalgia Armada (Ediciones de la Isla de Sistolá). Después de la publicación de su primera antología poética - Caricias perplejas - con excelente acogida por parte de los lectores y de la crítica, Olga se sumerge en un mundo teñido de nostalgias y de recuerdos. La autora defiende la nostalgia, abraza los recuerdos y desnuda su propia alma a lo largo de 35 poemas distribuidos en tres partes armónicas y equilibradas.

     Lo primero que llama la atención de la poesía de Olga Bernad es esa aparente sencillez que nos acerca a lo más vital, a lo más íntimo, a lo más profundo. El poder del endecasílabo, la fuerza de las metáforas, las acertadas interrogaciones retóricas, los juegos fónicos y los originales símiles contribuyen a edificar un entramado poético coherente, sincero y profundo.

     Podría citar versos y versos de esta excelente obra. Pero como botón de muestra voy a plasmar unos versos del poema que sirve de pórtico - NOSTALGIA ARMADA - y el excelente poema que cierra el libro - TERCO MAYO. Entre ellos se suceden otros poemas que nos hablan de la tristeza otoñal de noviembre, de viajes metafóricos al infiernos, de evocaciones de Belchite o Estocolmo, de la negrura de la noche o de la incertidumbre amenazante del azar cotidiano.

     Desde el día de la presentación en Zaragoza - como muestra la fotografía adjunta - Nostalgia armada me acompaña como libro de cabecera. Sus versos van dejando un poso en mi interior y me regalan esa nostalgia que es en cierto modo un bálsamo en los momentos de tristeza y soledad.

                                     NOSTALGIA ARMADA (Fragmento)

                                    Te veo caminar serenamente

                                   por una calle en la que nunca estuve.

                                    Háblame de las cosas que no veo,

                                   vuelve tus ojos hacia mí, y perdona.

                                    Mi corazón no tuvo más remedio:

                                   te inventé porque el mundo me sabe a hambre atrasada,

                                   y porque el tiempo es poco

                                   y hubiese sido absurdo

                                   medirlo con simpleza de usurero,

                                   encerrarlo en relojes,

                                   dilapidar mi esfuerzo y tu cordura...

 

                                             TERCO MAYO

                                    TERCO MAYO de ritos repetidos,

                                    olvidaré el invierno entre tus brazos.

                                    Porque vuelves, y no para salvarme:

                                    vuelves para robarme el pulso oscuro

                                    que ha sabido dormir entre mis venas.

                                    El saludo de mayo es la intemperie,

                                    el corazón temblando en la explanada,

                                    desnudo y expectante. Será hermoso

                                    encontrarte en el llano mientras siento

                                    un río antiguo y un temblor de tierra

                                    en el circuito ciego de la sangre.

EL TIEMPO ENTRE COSTURAS

EL TIEMPO ENTRE COSTURAS

     La lectura de El tiempo entre costuras (2009), primera novela de la escritora manchega María Dueñas, me ha sorprendido gratamente.

     Aunque el hilo conductor corresponde a la ficción, el contexto histórico - fruto de una excelente documentación - nos acerca a la España colonial del norte de África, a los meses previos a la guerra civil y a los durísimos años de posguerra.  La joven modista Sira Quiroga, protagonista de la obra, es empujada por el destino hacia Tetuán y hacia Tánger, después de abandonar el Madrid convulso de los últimos meses de la República. En el Protectorado español marroquí se relacionará con personajes históricos entre los que destacan Juan Luis Beigbeder, primer ministro de asuntos exteriores de Franco; Ramón Serrano Suñer, el cuñadísimo; Alan Hillgarth, coordinador de actividades del servicio secreto inglés en España y Rosalinda Powell Fox, amante secreta de Beigbeder.

     Pero la novela va más allá de una trama perfectamente engarzada. Su lectura me ha recordado a Galdós y al mejor Baroja. Porque es una novela realista, una novela de superación personal, una novela colonial, una novela de amor, una novela de espías. Muy pocos novelistas se han internado en el escabroso territorio norteafricano de principios del siglo XX. Recuerdo en este momento la novela Imán, del aragonés Ramón J. Sender. Y pocas más.

     Para completar esta breve valoración, voy a insertar, a modo de aperitivo literario, dos fragmentos de esta ópera prima de María Dueñas. Su estilo ágil no supone superficialidad, sino todo lo contrario. La reflexión existencial y la crítica social subyacen en muchas de sus páginas.

     A lo largo de los años hubo momentos en los que el destino me preparó quiebros insospechados, sorpresas y esquinazos imprevistos que hube de afrontar a matacaballo según fueran viniendo... Atrás quedaba un pasado complejo y, como en una premonición, al frente se abría una magnitud de espacio desnudo que el tiempo se encargaría de ir llenando...

     La normalidad no era más que lo que mi propia voluntad, mi compromiso y mi palabra aceptaran que fuera y, por eso, siempre estaría conmigo. Buscarla en otro sitio o quererla recuperar del ayer no tendría ningún sentido.

UNA NUEVA REVISTA LITERARIA

UNA NUEVA REVISTA LITERARIA

     Me llega desde Salamanca el primer número de EL ESPANTAPÁJAROS, una nueva revista literaria impulsada y promovida por Ainara Méndez, José María  Huerga y Elisabeth H. Jorge. En una breve presentación comentan que el nombre de la publicación alude a ese escritor invisible, el no valorado, al que no se le reconoce su trabajo y que trabaja de forma gratuita, simplemente porque es lo que le gusta hacer.

      He seleccionado un poema como botón de muestra de lo que pretende ser esta revista literaria que, sin grandes pretensiones, quiere abrirse paso entre el intrincado mundo de la creación literaria.

                                           Nos embriagaremos

                                               todo el camino

                                            mientras cantamos.

                                          Yo seré Jack Sparrow,

                                      y tú serás quien quieras ser.

 

                                                 No olvides

                                                ser puntual.

                                                No hagamos

                                            esperar a los sueños.

 

                                       Que como tú y yo sabemos,

                                             basta con tenerlos

                                           para que sean realidad.

                                                      (Ainara Méndez)

 

 

 

 


           



UN GRAN NOVELISTA ARGENTINO

UN GRAN NOVELISTA ARGENTINO

     Ayer, 30 de abril, falleció en su hogar, en Santos Lugares, el escritor, ensayista, físico y pintor argentino Ernesto Sábato. Le faltaban menos de dos meses para cumplir los 100 años. Su muerte coincidió con la celebración de Buenos Aires como la Capital Mundial del Libro 2011. He leído sus tres novelas: El túnel, Sobre héroes y tumbas y Ababdón el exterminador. Me quedo con la primera: una novela psicológica narrada en primera persona y enmarcada en la corriente existencialista posterior a la segunda guerra mundial. El escritor francés Albert Camus la elogió y publicó críticas muy favorables.

     El mejor homenaje que podemos hacer a este pensador inquieto, luchador por la libertad e innovador literario es leernos o releernos alguno de sus textos narrativos y ensayísticos. Como aperitivo, inserto aquí tres fragmentos que nos pueden dar una idea de la profundidad de sus escritos y de su originalidad creativa.

     Fué una espera interminable. No sé cuanto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fué una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados. (EL TÚNEL)

     Ya se alejan en medio del polvo, en la soledad mineral, en aquella desolada región planetaria. Y pronto no se distinguirán, polvo entre el polvo. Ya nada queda en la quebrada de aquella Legión, de aquellos míseros restos de la Legión: el eco de sus caballadas se ha apagado; la tierra que desprendieron en su furioso galope ha vuelto a su seno, lenta pero inexorablemente; la carne de Lavalle ha sido arrastrada hacia el sur por las aguas de un río (¿para convertirse en árbol, en planta, en perfume?). Sólo permanecerá el recuerdo brumoso y cada día más impreciso de aquella Legión fantasma. "En las noches de luna --cuenta un viejo indio-- yo también los he visto. Se oyen primero las nazarenas y el relincho de un caballo. Luego aparece, es un caballo muy brioso y lo muenta el general, un blanco como la nieve (así ve el indio al caballo del general). Él lleva un gran sable de caballería y un morrión alto, de granadero." (¡Pobre indio, si el general era un rotoso paisano, con un chambergo de paja sucia y un poncho que ya había olvidado el color simbólico! ¡Si aquel desdichado no tenía ni uniforme de grandero ni morrión, ni nada! ¡Si era un miserable entre miserables!) Pero es como un sueño: un momento más y en seguida desaparece en la sombra de la noche, cruzando el río hacia los cerros del poniente. (SOBRE HÉROES Y TUMBAS)

     He vivido en un tiempo histórico de ruptura y tan viejo soy, que hay en mi distintos sedimentos, como en las montañas. Así, todavía guardo de mi juventud las marcas de las luchas sociales. Pienso que los chicos me querrán porque nunca dejé de luchar, porque no conseguí instalarme en ninguna época, y hoy, trastabillando, me siento cerca de la gente que aprendió a vivir de otra manera. Y muy cerca de los jóvenes que después de este horror de mediocridad, indecencia y ferocidad, pujan por nacer a otra cultura que vuelva a echar raíces en un suelo más humano. (DIARIOS DE MI VEJEZ)