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josemarco

VALDESPARTERA

VALDESPARTERA

Aprovecho las primeras horas de un sábado apacible para acercarme a Valdespartera mientras Javier prepara su partido contra el Olivar. Camino lentamente por la Avenida del Séptimo Arte y me llevo un chasco mayúsculo al comprobar que las primeras viviendas que están empezando a emerger entre un maremágnum de solares son colmenas, garitos, palomares...

 Después de oír mensajes publicitarios que vendían estas casi diez mil viviendas de protección oficial como algo excelente, me doy cuenta de que Valdespartera es como segundo Actur, veinticinco años después. Sólo con dos pequeños cambios: la ubicación, en un descampado abierto a todos los cierzos, y el original y casi cursi nombre de sus futuras calles: calle Cantando bajo la lluvia o calle Rebelión a bordo. ¿Homenaje o parodia? El tiempo lo dirá.

 Mi paseo continúa hasta el final de esta avenida principal y, ya de regreso, contemplo de cerca las viviendas de Montecanal. Estas sí que son viviendas. El contraste está servido: Valdespartera proletario versus Montecanal pequeñoburgués; Valdespartera popular versus Montecanal exquisito y selecto, con sus alarmas de seguridad, sus cajas fuertes y sus últimas tecnologías.

Quizás en un futuro, Valdespartera cobre otro aspecto más vanguardista y ecológico. Sin embargo, de momento, la imagen que ofrece es desoladora. Menos mal que, al final, no se han llevado allí el campo de La Romareda. Sería un atentado contra el nuevo estadio.

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