CHERNOBYL
Muchas personas reaccionan con sorpresa cuando les comentas que novelas oníricas, absurdas y surrealistas como La Metamorfosis de Franz Kafka puedan ser llevadas al escenario. Hay que explicarles que el teatro hace muchos años que ha dejado de ser realista o naturalista para convertirse en un vehículo privilegiado y minoritario de vivencias, experiencias o aspiraciones. Hay que recordar entre otros dramaturgos del siglo XX a Ionesco, Becket, Bretch o Sartre. Ellos rompieron con la tradición dramática europea e instauraron una manera distinta de expresar la realidad sin evasión y con un tono de denuncia más o menos explícito.
En Zaragoza tenemos la oportunidad de asistir durante estos días a una representación teatral sobre una de las mayores tragedias del siglo XX en Europa: la tragedia de Chernobyl. En esta región ucraniana murieron en 1986 miles de personas y, lo que es casi peor, grandes núcleos urbanos y rurales han quedado deshabitados, la tierra contaminada en cientos de kilómetros a la redonda y los supervivientes con evidentes secuelas que acortan su vida o agravan progresivamente su salud. Dos grupos aragoneses, Viridiana y Teatro Che y Moche, se han atrevido a llevar a las tablas un montaje audaz, vanguardista y original. Con una buena documentación y los adecuados ingredientes musicales y cinematográficos, nos acercan a la trágica realidad del presente y del pasado de esa zona desolada y nos hacen reflexionar sobre las casi irreversibles consecuencias de una explosión como ésta.
La reflexión es evidente: ¿vale la pena seguir con la apuesta nuclear aunque sólo sea para fines pacíficos? ¿Existen otras alternativas más fiables y seguras? ¿Qué ocurre con los residuos de nuestras centrales nucleares? Veinte años para el recuerdo. Un día para la reflexión. Que no se repita nunca más.
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