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josemarco

ELOJO DELGRAN HERMANO

   Cada vez damos más la razón a Orwell y a Huxley. Quizás hasta se hayan quedado cortos. Lejos queda ya ese 1984 fatídico, terrible, casi apocalíptico. Lejos queda ya ese "mundo feliz", que se nos antoja tan paradójico y contradictorio. La noticia salta hoy a la prensa. Aunque ya hace años que en las grandes ciudades nos vigilan cámaras casi ocultas, omnipresentes. Para comprobar nuestra buena conducta, nuestras buenas compañías, nuestro intachable civismo. ¿Es cívico lo que se proponen nuestras autoridades?¿Es legítima esa solapada e indiscreta intromisión en la vida privada del ciudadano de a pie? Cámaras en las calles, cámaras en los establecimientos comerciales, cámaras en las entidades bancarias, cámaras en los colegios, cámaras en los servicios públicos, cámaras por doquier. Eso sí, sólo en la gran ciudad. Dicen que para prevenir los delitos. Como si no hubiera delitos en los núcleos rurales. Y si no que se lo pregunten a los habitantes de Las Parras de Castellote, pequeño pueblo turolense. Allí no había cámaras, ni cobertura para teléfonos móviles. Por eso los pueblos se van quedando vacíos. Como en el Campo de Daroca. Aunque haya trabajo. Quizás la gente busque la seguridad de la cámara omnipresente.

   De momento, no me siento vigilado. Pero sé que las autoridades velan por mí. Ventajas de vivir en la gran ciudad. ¿Por eso los habitantes de los pueblos buscan el tumulto? No me extraña que se vacíen sin remedio.

1 comentario

jaume molsosa -

Amigo mío,
No entiendo muy bién el sentido global de tu escrito: no se si estás a favor o en contra del ojo omnipresente.
Pero yo si lo tengo claro: prefiero vivir con la posibilidad de un atraco a la certeza de vender barata mi libertad. La amo demasiado.
Un abrazo.