CREPÚSCULO OTOÑAL
La tarde se adormece. Y nos regala escenas preñadas de ternura. Atardece en Zaragoza. El crepúsculo se apodera de la ciudad y viste de gris los árboles y las avenidas. Es la huella del otoño: nubes cárdenas, horizontes agrisados, escenas de contraluz.
En un humilde platanero en la calle Fray Luis Urbano, en el zaragozano barrio de Las Fuentes, una tórtola cuida y mima a sus polluelos en un ambiente hostil y desapacible. La contemplamos desde la galería. Es una escena peculiar, casi milagrosa, en esta vorágine de asfalto, hierro y hormigón. La madre alimenta y cuida a sus polluelos. No los deja ni a sol ni a sombra. Quizás al anochecer se atreva a buscar algo de comida en los aledaños del Tercer Cinturón.
Ignoro cuál será el futuro de este animalillo desprotegido. Las hojas desaparecen día a día. Y el cierzo amenaza con volver en cualquier momento. Por eso parece inquieta, asustada, angustiada. Son muchos los enemigos que acechan en el horizonte. Y el ser humano es uno de ellos. Por eso parece que pida protección, amparo, acogida. En estos días casi prenavideños, la tórtola solitaria en pleno casco urbano no deja de ser una metáfora del destino de tantos seres desvalidos, marginados, sin hogar.
Javier ha captado la imagen con sigilo, para que el ave no se asuste ni se sienta amenazada. No sé cuándos días aguantará en este hogar frágil y provisional. No sé cuál será el destino de sus polluelos. Sólo sé que, en esta tarde gris de noviembre, este indefenso animal ha puesto una nota de ternura a los que amamos la naturaleza y apreciamos el riesgo y la aventura. Un milagro de la naturaleza en una zona tranquila de la ciudad.
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Luis Antonio -